Evangelio segun San Mateo 28, 8-15

martes, 19 de abril de
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Después de escuchar las palabras del ángel, las mujeres se alejaron a toda prisa del sepulcro y, llenas de temor, pero con mucha alegría, corrieron a llevar la noticia a los discípulos. Jesús salió a su encuentro y las saludó. 
Ellas se acercaron, se echaron a sus pies y lo adoraron. Entonces les dijo Jesús: «No teman, digan a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán». 
Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Estos se reunieron con los ancianos y acordaron en Consejo dar una fuerte suma de dinero a los soldados, advirtiéndoles: 
«Digan que sus discípulos fueron de noche y robaron su cuerpo mientras ustedes dormían. Y si el asunto llega a oídos del gobernador, nosotros lo convenceremos y responderemos por ustedes».
Los soldados tomaron el dinero e hicieron lo que les habían dicho. Y ésta es la versión que ha corrido entre los judíos hasta hoy.

 

Palabra de Dios


 

 

Monseñor Carlos Ñañez – Arzobispo de Córdoba

 

 El saludo de hoy tiene una característica particular, quiere ser el augurio de una gran alegría, de unas muy felices Pascuas de Resurrección.

Ayer hemos celebrado este acontecimiento, pero la Iglesia quiere prolongarlo a lo largo de ocho días, a lo largo de toda esta semana nos está diciendo “hoy el Señor resucitó”. Como si no bastara el domingo de Pascua para encerrar la importancia y la alegría de esta buena noticia, entonces la Iglesia a lo largo de ocho días lo va repitiendo “hoy el Señor ha resucitado”.

 

 

En la misa de la vigilia, en el Evangelio, ya habíamos escuchado el feliz anuncio: “No está aquí, ha resucitado”; es lo que los ángeles dicen a las mujeres. Y el Evangelio del domingo de Pascua nos ponía frente a ese signo mayor, podríamos decir, el sepulcro vacío, junto a ese otro signo menor de las vendas que aparecían enrolladas, y el sudario también ordenado en otra parte de la tumba vacía.

 

Y hoy lunes el Evangelio nos relata esta aparición de Jesús resucitado a las mujeres. Estas mujeres que habían ido al sepulcro, y al recibir la noticia que no estaba ahí, de que había resucitado, estaban desbordadas por el acontecimiento, alegres y con la intuición de que algo grande y bueno había sucedido. Pero así estaban cuando el Señor se les aparece, y entonces el Señor resucitado confirma el anuncio que habían hecho los ángeles. Es una experiencia irrepetible, seguramente, esa del encuentro de esas mujeres con Jesús resucitado.

 

Y el primer mensaje del Señor es: “No tengan miedo”. Esto que va a irnos repitiendo, en varias oportunidades en sus apariciones, a los discípulos y a todos aquellos con los cuales el Señor se encuentra. “No tengan miedo”, qué bueno es escuchar esto, dejemos que resuene en nuestro corazón.

 

Y después, el encargo de llevar a los apóstoles la buena noticia de su resurrección. Las mujeres tenían el corazón más abierto y estaban disponibles para recibir la buena noticia, a los apóstoles les va a costar un poco más, por eso las mujeres son los apóstoles de los apóstoles.

Esta dificultad de los apóstoles es socorrida por la disponibilidad pronta y generosa de las mujeres, pero al mismo tiempo es como una fuente de antídoto contra todo entusiasmo fácil y exaltante. Los apóstoles se fueron abriendo progresivamente, se fueron convenciendo poco a poco, crecieron en docilidad, se dejaron iluminar interiormente y aceptaron la verdad, esa verdad que es fundamental.

El apóstol Pablo dice, escribiéndole a los romanos, “porque si proclamas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees con tu corazón que Dios lo ha resucitado de entre los muertos, te salvarás”. Este es el proceso que viven los apóstoles.

 

Mientras dejamos que la alegría llene nuestro corazón, la alegría de la Pascua, pidamos también la gracia de dejarnos iluminar y de aceptar con docilidad que Jesús ha resucitado, que es nuestro Salvador, que Él nos ha alcanzado con su ofrenda el perdón, que abre nuestro corazón y todo nuestro ser a la esperanza de la inmortalidad y de la futura resurrección.

 

Que esta buena noticia llene en estos días de alegría nuestro corazón, lo ilumine con la esperanza, lo encienda en el amor y nos permita vivir con alegría esta Pascua.

Se los deseo de corazón y los acompaño con mi bendición.

 

Oleada Joven