Evangelio segun San Juan 13, 1-15

jueves, 21 de abril de
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Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin. Durante la Cena (…) sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos y que él había venido de Dios y volvía a Dios, se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando una toalla se la ató a la cintura. Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura. Cuando se acercó a Simón Pedro, éste le dijo: ¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí? Jesús le respondió: No puedes comprender ahora lo que estoy haciendo, pero después lo comprenderás. (…) Entonces, Señor, le dijo Simón Pedro, ¡no sólo los pies, sino también las manos y cabezas! Jesús le dijo: El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque está completamente limpio. (…) Después de haberles lavado los pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo ¿comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque lo soy. Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros (…).


Palabra de Dios


 

Monseñor Luis Alberto Fernandez  Obispo Auxiliar de la Arquidiocesis de Buenos Aires



 

Hermanos, hoy Jueves Santo comenzamos el Triduo Pascual, por la Cruz de Cristo a su Resurrección, que es también nuestras Pascua, dice el Evangelio: Habiendo llegando la hora, ésta es la Hora, el tiempo nuevo que inaugura Jesús para la humanidad. Es algo más grande, mucho más grande, que la misma creación, dice el Evangelio: Que los amó hasta el fin, es decir, Dios nos ama hasta el infinito, es impensable e inimaginable un amor más grande, imposible de existir, es un amor sin medida el Amor de Dios.

 

Se acercan estos días del Triduo Pascual, por un lado es como en nuestra vida, están las tinieblas, el pecado, la muerte, la traición del amigo Judas, que lo entrega, es la cobardía y huída de los discípulos, la soledad, la Pasión, el la Muerte de Cristo, pero también su gloriosa Resurrección, es la vida nueva de la Pascua, el Padre puso todo el poder en las manos de Jesús, y es bueno que miremos nosotros, haber qué hace Jesús cuando el Padre Dios le pone todo el poder en sus manos, y pensar también qué haríamos nosotros, si en un instante de nuestras vidas tuviéramos todo el poder en nuestras manos, escuchemos lo que hizo Jesús cuando tuvo todo el poder en sus manos, dice el Evangelio de hoy, se levantó de la mesa, se sacó el manto, y tomando una toalla, se la ató a la cintura, luego hecho agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura. Si amigos, así es el poder de Dios, es la humildad, el servicio, el abajamiento, el de lavar y vendar las heridas de la humanidad. Ven, no es el poder del dinero, de las armas, de las urnas, de la violencia, del arrebato.

 

Amigos, tomemos parte de este verdadero poder, vayamos en estos días Santos a participar del poder del Amor de Dios, seamos partes, dejémonos lavar todo, como le pidió Pedro: Señor no solo los pies, sino lávame también las manos y la cabeza. Vayamos mañana al Vía Crucis, para participar de la obra de Amor más grande de la historia, que es la muerte de Cristo en la Cruz, para salvarnos del pecado y de la muerte y no dejemos de asombrarnos el Domingo de Pascua cuando experimentemos una vez más la alegría de que Cristo a vencido a la muerte resucitando. Dice en el Evangelio que después de haber lavado los pies se puso el manto volvió a la mesa y les dijo: Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes, me llaman Maestro y Señor, y tienen razón porque lo Soy, si yo que Soy el Señor y el Maestro les he lavado los pies, ustedes también entre ustedes deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado el ejemplo para que hagan lo mismo que Yo hice con ustedes.

 

Amigos, entramos en la Pascua, para esto Jesús entregó su vida, cumpliendo la misión que el Padre le había encomendado, dar la vida para que entre nosotros vivamos, como hermanos, no como a veces vivimos, egoísmos, individualismos, celos, envidias, enfrentamientos, unos contra otros. Que distinto es el amanecer de la Pascua, ese día nuevo, lo que estamos esperando para Argentina, para Edmundo, camino de esperanza, de solidaridad, justicia, perdón y paz. Es posible una sociedad hermanos. La Vida ha vencido a la muerte, la Verdad es más fuerte que la mentira, no hay lugar para el miedo o el temor, la esperanza aleja toda angustia, ya se empieza a ver la luz del amanecer, va disipando las tinieblas. Amigos, entramos en el Triduo Pascual, es la Pascua que Cristo nos ha logrado, su Pasión su Muerte y Su Resurrección. ¡Felices Pascuas para todos!

 

Oleada Joven