Evangelio segun San Mateo 13, 24-43

domingo, 17 de julio de
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Y les propuso otra parábola: "El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras todos dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue. Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña.  Los peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron: 'Señor, ¿no habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en él?'.  El les respondió: 'Esto lo ha hecho algún enemigo'. Los peones replicaron: '¿Quieres que vayamos a arrancarla?'. 'No, les dijo el dueño, porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y luego recojan el trigo en mi granero'".

También les propuso otra parábola: "El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo.  En realidad, esta es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en un arbusto, de tal manera que los pájaros del cielo van a cobijarse en sus ramas".

Después les dijo esta otra parábola: "El Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta toda la masa".

Todo esto lo decía Jesús a la muchedumbre por medio de parábolas, y no les hablaba sin parábolas, para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta: Hablaré en parábolas, anunciaré cosas que estaban ocultas desde la creación del mundo.
Entonces, dejando a la multitud, Jesús regresó a la casa; sus discípulos se acercaron y le dijeron: "Explícanos la parábola de la cizaña en el campo".  El les respondió: "El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los que pertenecen al Reino; la cizaña son los que pertenecen al Maligno,  y el enemigo que la siembra es el demonio; la cosecha es el fin del mundo y los cosechadores son los ángeles.  Así como se arranca la cizaña y se la quema en el fuego, de la misma manera sucederá al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y estos quitarán de su Reino todos los escándalos y a los que hicieron el mal, y los arrojarán en el horno ardiente: allí habrá llanto y rechinar de dientes.  Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre. ¡El que tenga oídos, que oiga!

 

Palabra de Dios


De nuestra redacción

 

En el evangelio que la liturgia nos regala para este domingo, Jesús le enseña a la multitud a través de parábolas. Éste recurso que utiliza Jesús, sirve para explicar de un modo sencillo y con ejemplos que eran cercanos al pueblo, los misterios de Dios siempre superiores en grandeza a la pequeñez de los hombres.

 

En este caso Jesús nos habla del reino de Dios: es como un campo sembrado; como fermento en la masa; como un grano de mostaza.  Aparentemente es algo pequeño que hasta puede pasar inadvertido, pero despues que pasa el tiempo, se convierte en algo grande.  Así pasa con el evangelio en nuestras vidas: a veces creemos que no tiene ningún efecto en nosotros, seguimos siendo los mismo de siempre y por más que pongamos toda la voluntad del mundo por amar más, por ser más buenos… parece que nada cambia.  Es el momento, ese en el que nos encontramos con nuestra fragilidad e impotencia, en que Dios encuentra su lugar para actuar en nosotros, y como ese puñado de levadura en medio de mucha harina, comienza a ganar terreno hasta que llega a transformar toda la mezcla; incluso le cambia la consistencia y el sabor y sirve de alimento para muchos.  O también como la semilla de mostaza, que es la más chiquita, pero que después se transforma en un gran arbusto.

 

Dios sueña con algo grande para cada uno de nosotros. Le pidamos en este domingo que venga a nuestros corazones, que lo tranforme, que cada vez sea más Él y menos nosotros; que nos de la gracia de "estar en paciencia" como dice San Ignacio, a la espera de su obrar en nuestras vidas. Y mientras esperamos, que también vaya madurando y acrecentando el deseo de Él dentro nuestro.

 

¡Feliz domingo!



 

 

 

Oleada Joven