Evangelio segun San Mateo 22,1-14

miércoles, 17 de agosto de
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En aquel tiempo, volvió Jesús a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo:
«El Reino de los cielos es semejante a un rey que preparó un banquete de bodas para su hijo. Mandó a sus criados que llamaran a los invitados, pero éstos no quisieron ir. Envió de nuevo a otros criados que les dijeran:
“Tengo preparado el banquete; he hecho matar mis terneras y los otros animales gordos; todo está listo. Vengan a la boda”.
Pero los invitados no hicieron caso. Uno se fue a su campo, otro a su negocio y los demás se les echaron encima a los criados, los insultaron y los mataron. Entonces el rey se llenó de cólera y mandó sus tropas, que dieron muerte a aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego les dijo a sus criados:
“La boda está preparada; pero los que habían sido invitados no fueron dignos. Salgan, pues, a los cruces de los caminos y conviden al banquete de bodas a todos los que encuentren”.
Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala del banquete se llenó de convidados.
Cuando el rey entró a saludar a los convidados, vio entre ellos a un hombre que no iba vestido con traje de fiesta y le preguntó:
“Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de fiesta?”
Aquel hombre se quedó callado. Entonces el rey dijo a los criados:
“Átenlo de pies y manos y arrójenlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y la desesperación”.
Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos».

 

Palabra de Dios

 

 


 

P. Luis Cruz  Asesor de la Pastoral Juvenil de la Diócesis de Santiago del Estero

 

 

Estamos viviendo también  como Iglesia en el mundo, este evento tan importante que el Papa ha convocado a la Jornada Mundial de la Juventud, en Madrid, que están los jóvenes ya celebrando, viviendo este acontecimiento tan especial para nuestra Iglesia y que seguramente va a llevar a tanta conversión a tantos cambios, y justo el Evangelio también trata de esta invitación de Jesús, invitación a este banquete que hace referencia al Reino de los Cielos que se parece a una invitación y donde todo está preparado, donde no tiene que haber excusas y creo que mucho jóvenes han respondido a esta invitación de Jesús que lo hizo por medio del Santo Padre y de tantas personas para este evento tan importante  como Iglesia, donde la esperanza de la juventud se hace visible y se va a transmitir al mundo y se está transmitiendo en estos días, cada experiencia de esa fe que ellos mismos van trabajando y haciendo visibles en sus comunidades, en sus países en sus diócesis.

 

Ellos recibieron la invitación de Jesús, ellos sintieron la invitación de Jesús a ese gran banquete, a esta gran fiesta, eso es el Reino de los Cielos, Reino de los Cielos porque el mismo Dios se hace presente también y donde nosotros debemos hacer presente ese Reino de Vida, también en cada uno de nosotros de nuestras experiencias con estos jóvenes del mundo, que bueno que nosotros podamos ser esos verdaderos ciudadanos del Reino de Dios, como decía San Agustín, sin dejar de pensar que tenemos pies aquí en la tierra.

 

Vayamos compartiendo esa riqueza y esa alegría de la invitación que Jesús me hizo a mí, porque me lo hizo a mí y no a otro y donde me manda a avisar que ya está todo preparado y responderle con esa entrega, con ese sí, sin ninguna excusa, sin ningún obstáculo, sin decir bueno, espera un momentito y después recién voy a responder a esto, dejame ver mis cosas primero, sino responder inmediatamente porque es responder a la Vida, es responder al Amor, es responder a la humanidad, es responder a la persona de uno mismo, es responder a la familia, es responder a tantas cosas lindas que uno puede ir haciendo visible de esta respuesta, de decir Si a Jesús y a la Vida como hemos trabajado también hace poco tiempo en uno de los campamentos Diocesanos de Jóvenes, aquí en nuestra diócesis.

 

Por eso creo que estos días, la invitación que hace el Evangelio, o esta comparación del Reino de los Cielos con estos invitados a la boda y que después mandan a avisar que ya está todo listo, y después mandan a excusarse y después vienen todas aquellas personas que quizás Dios mismo los manda a buscar también después.

 

La  invitación Dios siempre la va hacer, la invitación está latente en nuestro corazón, en nuestra puerta en nuestro interior. Que nosotros podamos sintonizar nuestro sentidos para escuchar, esta invitación de Dios. La invitación que me lleva a un compromiso, la invitación que me lleva a mirar hacia delante, la invitación que me lleva a recuperar la esperanza una invitación que me lleva a reconstruir muchas cosas, a fortalecer las debilidades, a corregir los errores, una invitación que me lleva a mostrar la vida.

 

En este día y en este tiempo, que nos unimos a la Iglesia del Mundo, a esta Jornada Mundial de la Juventud, donde Dios hizo la invitación, ha convocado a millones de Jóvenes a unirse en Madrid, España y ellos han respondido.

 

Que nosotros podamos escuchar la invitación que nos hace desde nuestras comunidades, desde nuestra sociedad y podamos mostrar al Dios de la Vida, en el trabajo, en nuestro estudio y en todos los ámbitos donde nosotros podamos hacer presente nuestras personas.

 

Que el Señor nos ayude y siempre y nunca se canse de invitarnos a distintas formas de trabajo pastorales. Hoy en este día le pedimos también a María que ella también nos ayude, para que así como ella también escuchó la voz de Dios, nosotros podamos también escuchar constantemente y hacer visible ese rostro de Dios y poder ser eco de esta invitación a todas aquellas personas que también lo necesiten.

 

 

 

Oleada Joven