Evangelio según San Lucas 9, 43-45

viernes, 23 de septiembre de
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En aquel tiempo, como todos comentaban admirados los prodigios que Jesús hacía, éste dijo a sus discípulos: «Presten mucha atención a lo que les voy a decir: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres».
Pero ellos no entendieron estas palabras, pues un velo les ocultaba su sentido y se las volvía incomprensibles; y tenían miedo de preguntarle acerca de este asunto.

 

Palabra de Dios

 

 


P. Gonzalo Bearzzi   Asesor de la Pastoral Juvenil de la Diócesis de San Francisco

 

 

El evangelio de este día no deja de ser difícil…aún así entramos en lo más hondo del evangelio al escucharlo y al corazón de Jesús, de su vida y de su misión: vino a anunciar al Hombre la salvación, a destruir la muerte y hacer brillar la vida… no podía menos que enfrentarse a ella cara a cara.


    Sus discípulos no entendían esta actitud, de hecho lo dejaran solo al final de su vida, solo Juan y algunas mujeres quedaran junto a la Cruz.

  Cómo no van a “admirar las cosas que hacía” ni les iba a resultar “oscuro” o cómo no les va a costar “interrogar a Jesús acerca de esto” si, como pasa entre nosotros, ‘ya sabemos la respuesta’.
   
    Se lo ve a Jesús que paulatinamente no teme enfrentarse ni al dolor ni al sufrimiento, ni a la muerte por amor de nosotros, y, esta ‘respuesta’ o ‘claridad’ mencionada en el Evangelio de hoy la recibirán los apóstoles en la última Cena: “les he dado ejemplo para que hagan ustedes lo mismo”.


    Este sábado, junto a María, nos disponemos a escuchar la misma afirmación al acercarnos a la Misa dominical: “hagan esto en memoria mía”. Palabras que no se refieren solo a la Eucaristía como rito sino a la ‘vida eucarística’. Es la vida del cristiano que lo sigue a Jesús aunque no siempre todo sea claro y brillante, aunque no siempre entienda todo o comprenda los caminos de Dios en su vida. Aún así, el discípulo sigue las huellas del Maestro. Se aferra a su Palabra y su Promesa; la escucha, la practica y da fruto de buenas obras.
   
    Cómo no recordar en este momento la invitación que nos hacía el Santo Padre en Madrid en el marco del Vía Crucis: “no pasar de largo sino detenernos frente al dolor de los demás”.
   
Nos acercamos como jóvenes comprometidos, de corazón abierto y sincero, para recibir del Señor su misma Fuerza que le viene de lo alto. Esa confianza que del Padre Dios toma toda esperanza en la vida eterna como fruto de una vida bien vivida por amor de los demás.

 

 

Oleada Joven