En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo esta parábola: «Había una vez un propietario que plantó un viñedo, lo rodeó con una cerca, cavó un lagar en él, construyó una torre para el vigilante y luego lo alquiló a unos viñadores y se fue de viaje. Llegado el tiempo de la cosecha, envió a sus criados para pedir su parte de los frutos a los viñadores; pero éstos se apoderaron de los criados, golpearon a uno, mataron a otro y a otro más lo apedrearon. Envió de nuevo a otros criados, en mayor número que los primeros, y los trataron del mismo modo. Por último, les mandó a su propio hijo, pensando: “A mi hijo lo respetarán”. Pero cuando los viñadores lo vieron, se dijeron unos a otros: “Éste es el heredero.Vamos a matarlo y nos quedaremos con su herencia”. Le echaron mano, lo sacaron del viñedo y lo mataron. Ahora, díganme: cuando vuelva el dueño del viñedo, ¿qué hará con esos viñadores?» Ellos le respondieron: «Dará muerte terrible a esos desalmados y alquilará el viñedo a otros viñadores, que le entreguen los frutos a su tiempo». Entonces Jesús agregó: «¿No han leído nunca la Escritura que dice: “La Piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra del Señor y es un prodigio admirable?” Por esta razón les digo a ustedes que les será quitado el Reino de Dios y se le dará a un pueblo que produzca sus frutos».
Palabra de Dios
P. Ariel Weimann Asesor de la Pastoral Juvenil de la Diócesis de Corrientes