Ignacio de Loyola, nos pone frente a la imágen de Jesús resucitado que, seguramente antes que a nadie, se aparece a su Madre para darle la gran noticia de la Resurrección, de que Él ha vencido a la muerte y al pecado. Hermoso encuentro, al que hoy San Ignacio nos invita a ser parte de semejante alegría.
En una primera etapa de este ejercicios, vemos a Jesús que desciende al infierno para rescatar definitivamente a los muertos para rescatarlos. ¿A qué lugares de muerte de tu vida viene el Señor a rescatarte?
Después, vivir ese encuentro de Jesús con María… devolviéndole el gozo y la esperanza; la alegría de la vuelta a la vida del hijo tan amado.¿Cómo te imaginás ese encuentro?
Momentos de la oración
1-Oración preparatoria (EE 46) me pone en el rumbo del Principio y Fundamento: que lo que yo vaya a hacer me ponga en el contexto de buscar y realizar, ya desde ahora, y por encima de todo, la voluntad de Dios.
2- "Traer la historia" (EE 102) Ignacio toma aquí una tradición de su época, donde se daba por hecho que la primera aparición del Resucitado fue a la Virgen María. Así lo dice en EE 299. También Santa Teresa de Jesús tiene un texto similar: “Díjome (nuestro Señor) que en resucitando había visto a nuestra Señora, porque estaba ya con gran necesidad. Que la pena tenía tan absorta y traspasada, que aun no tornaba luego en sí para gozar de aquel gozo (por aquí entendí esotro mi traspasamiento, bien diferente; más cuál debía ser el de la Virgen!); y que había estado mucho con ella; porque había sido menester hasta consolarla”
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3-"la composición de lugar" (EE 103) Mirar a María en su segunda Anunciación. En la primera Anunciación se le presentó el inicio de la vida de Jesús. Ahora se le presenta esa vida como vida definitiva.
4-Formular la petición (EE 104) Alegrarme y gozarme intensamente al ver la alegría de Cristo y su Madre… Que María eduque mi confianza. Que ella me llene de la esperanza.
5-Reflectir para sacar algun provecho significa dejarme mirar por la escena, como ubicarme en ella: aquí me implico en ella como si presente me hallare. Es dejar que lo mirado me mire y me diga algo nuevo. Eso que se me dice son las mociones que se me dan.
La Escritura no nos presenta ningún relato de aparición a María. Pero como Ignacio dice, aunque la Escritura no lo diga es evidente. Quizá la misma Escritura lo dio por supuesto, ya que el caso de María es diferente: aquí Jesús no tuvo que educar la fe de ella. A ella la encontró en la espera permanente. Su fe había sido firme y por eso la tradición ubica el inicio de la vida de la Iglesia en torno a María, y a María como congregando y apoyando la fe turbada de los discípulos. Porque ella había sabido estar con el Crucificado, pudo ver al Resucitado. Es curioso que ésta es la única vez que Ignacio habla de María utilizando el epíteto de Virgen, como subrayando su amor fiel, la entrega de su corazón a Jesús sin reservas.
La experiencia de María sería una típica consolación sin causa precedente. La irrupción imprevista de Dios. Tal vez por eso San Ignacio llama visitaciones a las consolaciones sin causa precedente. Por eso mi primera experiencia de resurrección será rememorar la gran o las grandes experiencias de presencia de Dios que he vivido en estos Ejercicios: en ellas Dios se me presenta como la seguridad de mi esperanza, la fuerza de mi opción por El.
Después de ubicar esas presencias sin causa, la pregunta es cómo me ubico ante ellas. Aún ahí entra la falta de fe. Lo primero que se pide a quien Dios consuela es acoger y aceptar esa presencia inesperada de Dios y edificar mi vida desde ella. María no sólo fue visitada sino que acogió la visitación del Resucitado. Viendo a María, verme a mí frente a todas las inseguridades que me produce el seguimiento de Jesús, incluso cuando hay signos evidentes de la presencia del Resucitado a mi lado. A veces tienen su origen en algo vivencial, a veces en algo más teórico y muchas veces en algo vivencial-personal que luego formulo teóricamente. Pero lo cierto es que el Resucitado se me ha aparecido en mi vida. A veces lo que me cuesta es aceptar esa aparición y a mí se me aplica lo que dice Ignacio: ¿También Uds. están sin entendimiento?
6-Coloquio Pedirle a María que me ponga siempre con el Hijo vivo y resucitado.
7-Exámen de la oración me pregunto cómo me fue, las preguntas no hay que hacérselas a la cabeza sino a las imágenes. Me puede parecer que yo selecciono las imágenes. Pero es Dios quien me lleva a detenerme en ésta o aquella del álbum. Y desde ahí puedo hacerme preguntas como éstas: ¿Cómo es esta imagen? ¿De qué está construida? ¿Qué hay y qué no hay en la imagen? ¿Qué es lo que la imaginación se resiste a construir? ¿Qué explica que Dios quiera que me detenga en esta imagen o en esta palabra y no en las otras? ¿Por qué yo u otra de las personas están presentes o ausentes en la imagen?… Hay que hacerle preguntas a la imagen, a la sensación o a la palabra que ha resonado más en mi oración… Por eso a un buen contemplador le bastarán pocas imágenes…Es importante saberse ubicar bien en la contemplación: dónde estoy en ella y qué se me dice a mí en particular. Tal vez difiere de lo que se les dijo a los personajes del Evangelio… Me quedará la labor de interpretar ese signo y a la luz de Dios no me costará hacerlo. Así terminaba Jesús las parábolas: “El que tenga oídos para oír, que oiga”…
1 Sta. Teresa de Jesús, Obras Completas, Relación 15,,6°, Ed. Manual. Revisado y notas por fray Tomás de la Cruz, O.C.D., Ed. Monte Carmelo, 3ª. Edición, 1982.