Señor, hoy siento ganas de llorar,
tengo apretado el corazón y mi espíritu se llenó de incertidumbres,
pero sé que si a mis lágrimas las suelto en tu presencia,
me abrirán a tu amor curativo, disipando mi oscuridad.
Sacá de mí esa idea de pensar que las personas fuertes nunca lloran,
ni que al madurar debemos evitar llorar.
Te doy gracias Jesús porque tu palabra me muestra que hay lágrimas santas,
porque nacen del amor, y que Vos sos el que consuela las penas.
Suelto mis lágrimas de conversión porque son un don de tu Espíritu, me retornan a ti.
Gracias mi Dios, porque puedo llorar , y mi alma respira nuevamente…
Vos vendrás a abrazarme el corazón y yo descansaré abandonado en el tuyo.
Que así sea!