Señor Jesús, tú eres la Vida; tú viniste al mundo para traernos la vida en abundancia; tú entregaste en la cruz tu propia vida por nosotros. Yo quiero vivir. Tú eres el único que tiene palabras de vida, tú eres el pan de vida, de tí, muerto en la cruz, brotaron ríos de agua viva que era el Espíritu Santo. Yo quiero vivir; yo necesito vivir y vivir para siempre. No quiero seguir muriendo ni buscando el agua de la vida en pozos secos. No quiero que me mate una cultura de la muerte. Yo quiero vivir y dar la vida, quiero ser instrumento y comunicador de vida a mis hermanos jóvenes. No quiero verlos envejecer prematuramente ni morir dramáticamente en los brazos del placer, de la droga o la violencia. Tú eres la Vida, Señor, porque eres la Verdad y el Camino. Yo quiero recorrer ese Camino y enseñarlo a mis hermanos; yo quiero abrazarme a esa Verdad y mostrarla a los jóvenes que buscan; yo quiero, Señor, vivir tu Vida plenamente en el amor y en la alegría y dando fruto. Por eso quiero vivir insertado plenamente en ti, como sarmiento vivo en la vid verdadera para producir frutos abundantes. No importa si el Padre me poda por la cruz para dar más frutos. Quiero vivir la Vida como la vivió María, tu Madre y madre nuestra: en el silencio y la oración, en el servicio y la cruz, en la resurrección y la esperanza. Tú, María, nos diste una vez al “Autor de la Vida”; hoy yo te lo pido de nuevo para mí y para todos los jóvenes del mundo. Porque sólo así tendremos en Cristo un mundo nuevo, más justo, más fraterno, más humano; un mundo más lleno de amor, de alegría y de esperanza; un mundo donde la naturaleza exprese la belleza de su Creador, el hombre revele la imagen de su Dios y el cristiano proclame la bondad y la ternura de su Padre. Pero, entonces, hay que aprender a decir que Sí al Señor, como tú lo hiciste; y tocaremos con las manos, como tú en Belén, la Vida que estaba en Dios, se manifestó
“y nosotros la hemos visto, damos testimonio y la anunciamos” Amén
Eduardo F. Card. Pironio