Padre,
enséñanos a vivir una fe adulta y comprometida.
Que no escape ante los conflictos y la pruebas.
Que descubra en las tensiones
de ser fiel a tu Palabra
una alegría serena, profunda, que llena la vida
y la hace fuerte ante las adversidades.
Caminar en tu presencia,
seguir los pasos de tu Hijo,
caminar en el Espíritu
no son tareas sencillas,
si uno lo quiere hacer con fidelidad histórica
respondiendo a los desafíos
e injusticias de estos tiempos.
Anunciar y vivir los valores del Reino,
traen conflicto interior,
procesos de discernimiento,
muchas veces, incomprensión y soledad.
También dolor y hasta persecución y martirio.
Descúbrenos, Señor,
la alegría de quienes dieron la vida por el Evangelio.
Testigos de hoy, de ayer y de siempre,
capaces de entender aquello de
"si el grano de trigo, no muere, no es capaz de dar frutos…"
la alegría de la entrega generosa,
la alegría de la fidelidad en camino,
la alegría serena de la intemperie por el Reino.
Danos tu Espíritu, Jesús,
para aprender a vivir con alegría
y transmitiendo alegría,
nuestro diario testimonio de discípulos,
seguidores de Aquel,
que lleno del Espíritu,
caminó haciendo el bien, dando la vida.
Espíritu de Jesús.
Escucha nuestra oración.
Ven pronto a nuestro encuentro,
cambia ya nuestro corazones
y llénalos de la alegría del Evangelio.
Amén!
Marcelo A. Murúa. Diálogo nº 57, mayo1998.