Señor, no quisiera no enterarme de lo que ocurre.
No quisiera vivir tan absorto en mi historia,
mis preocupaciones y compromisos, mis urgencias e intereses,
que pierda la capacidad de estar atento… porque Vos pasás,
sigues pasando, y viniendo, a nuestras vidas.
Así que manteneme los ojos abiertos, los oídos atentos, y el corazón sediento.
De Vos, de tu evangelio, de la buena noticia…
Señor, lo curioso es que, aún hoy, en Navidad,
uno escucha muchos anuncios, homilías,
palabras que hablan de Vos y de tu buena noticia.
Se canta. Se reza. Se repite. Pero a veces no cala. No llega.
Así que esta Navidad te pido estar atento a esos anuncios.
Aprender a escucharlos como por vez primera.
Descubrir su hondura, y su sentido.
Te pido que me enciendas los ojos, que me abras las manos,
y que me enseñes el camino para llegar
al portal donde Vos me esperas, acostado en el pesebre.
Amén!