Regalarle algo al corazón

jueves, 24 de noviembre de

 

El poeta alemán Rilke vivió un tiempo en París. En su trayecto a la universidad, todos los días pasaba junto a una amiga francesa, por una calle muy frecuentada. En una esquina de esta calle estaba siempre instalada una mujer que pedia limosna a los transeúntes.


La mujer se sentaba siempre en el mismo lugar, inmóvil como una estatua con la mano extendida y los ojos fijos en el piso.


RilKe, nunca le daba nada, mientras que su compañera solía darle alguna moneda.



Un día la francesa asombrada, le preguntó al poeta: "¿por qué nunca le das nada a la pobrecita?".



"Le tendríamos que regalar algo a su corazón, no sólo a sus manos", respondió el poeta.



Al día siguiente, Rilke llegó con una espléndida rosa, la puso en mano de la mujer y se disponía a continuar su camino. Entonces sucedió algo inesperado: la mujer alzó la vista, miró al poeta, se levantó como pudo del piso, tomó su mano y la besó. Luego se fue, estrechando la rosa contra su cuerpo.



Durante una semana nadie la volvió a ver. Pero ocho días después, la mujer apareció de nuevo sentada en la misma esquina, silenciosa e inmóvil como siempre.



"¿De qué habrá vivido todos estos días que no recibió nada?", preguntó la joven francesa.


"De la rosa", respondió el poeta.

 

 

 

 

Oleada Joven