Evangelio segun San Lucas 14, 25-33

miércoles, 4 de agosto de
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En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: "Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío.Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: "Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar."¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil?Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío."

Palabra de Dios




Reflexión: Monseñor Luis Alberto Fernandez | Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Buenos Aires

 

 


Buen día queridos jóvenes, una alegría compartir con ustedes, estar invitado aquí en Radio María y poder compartir estos trozos del Evangelio que nos ayudan a ser felices. Soy el Padre Luis Fernández, Obispo auxiliar de Buenos Aires, en la Vicaría de la zona de Flores, y hermoso poder compartir con todos en Radio María, un saludo grande y tengamos la alegría de estos encuentros con Dios y entre nosotros.

Amigos, ponemos nuestra mirada en la fe que expresa el Apóstol Pedro, cuando Jesús hizo la pregunta a sus discípulos sobre quién era Él, “¿Qué dicen de mí? ¿Quién soy yo para ustedes?, y Pedro respondió “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Tener fe es estar convencido, tener convicción de una realidad que está más allá de mis sentidos, del ver, del tocar, más allá aún de lo razonable y natural. Pedro para decir que Jesús es el Salvador, el Hijo de Dios, se apoya más que en sus sentires y palabras, o razonamientos, en algo que viene de lo profundo del corazón, en algo más que intuición, que una adivinanza, porque es el mismo Dios quien se lo revela.

Sin embargo, es algo muy real, más que la propia existencia, es algo que uno no puede contener, es algo más fuerte que uno mismo. Por eso, Jesús le dice “Feliz de ti, porque esto no te lo ha revelado ni la carne, ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo”. La fe no es algo que hacemos nosotros, sino que es un regalo de Dios, viene a nuestro corazón, te deslumbra, te asombra, algo o mejor dicho alguien, que no podés contener, que te supera, te trasciende, pero que al mismo tiempo te hace gustar de una bondad y confianza que no sabés explicar muy bien.

Por eso, si no tenés fe, si te falla o andás con poca fe, abrite a Dios, porque Él siempre anda saliendo al encuentro. Llama, busca; sé paciente, si tarda no dejes de estar atento, alerta, y dispuesto a abrirle el corazón y no dudes que sin que te des cuenta y respetando siempre tu libertad, Él llegará a tu vida, la transformará, la hará nueva, y la irá conduciendo a una vida plena.

El don de la fe nos ayuda a ser coherentes en la vida, a salir de nuestros egoísmos y miedos, para abrirnos a los demás, a tener más confianza en los proyectos emprendidos, a vivir en paz con mi familia, y a ser solidario con los que sufren, a saber resistir ante los problemas, a no venirme abajo o deprimirme. Por eso, ser mujer u hombre de fe te ayudará a vivir con alegría y esperanza, encontrando el sentido de tu vida. Vas a ver que creer en Dios, como nos dice el Papa Benedicto, no te va a quitar nada, al contrario, te lo da todo, te da su vida, su amistad para siempre.

 

 

Oleada Joven