En aquel tiempo habló Jesús diciendo: "¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros encalados! Por fuera tienen buena apariencia, pero por dentro están llenos de huesos y podredumbre; lo mismo vosotros: por fuera parecéis justos, pero por dentro estáis repletos de hipocresía y crímenes. ¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que edificáis sepulcros a los profetas y ornamentáis los mausoleos de los justos, diciendo: "Si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres, no habríamos sido cómplices suyos en el asesinato de los profetas!" Con esto atestiguáis en contra vuestra, que sois hijos de los que asesinaron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!"
Palabra de Dios
Reflexión: Monseñor Santiago Olivera | Obispo de la Diócesis de Cruz del Eje
El evangelio de hoy nos habla de Jesús haciendo como una lamentación frente a los escribas y los fariseos hipócritas porque parecen al sepulcro blanqueado. En este miércoles termina el discurso de Jesús contra ellos y el Señor les esta alertando sobre la hipocresía. Los del pueblo palestino tenían las costumbres de pintar los sepulcros de blanco para identificar las tumbas y evitar la impureza ritual que suponía ese contacto con los difuntos. Esta hermosa apariencia de un mausoleo disimulaba una realidad interior, era todo lo contrario justamente porque era donde se encontraba el mayor grado de impureza no. Así ejemplifica Jesús a los fariseos, justos por fuera pero por dentro no lo son. No cabe duda, muchas veces los cristianos podemos y somos lamentablemente como ellos, por afuera una cosa y por dentro otra.
Yo creo que esta parábola, este relato del Señor , estas palabra del Señor nos invita a la unidad de la vida, nos invita a unificarnos. Y esto es una constante en nuestras vida, todos mis gestos exteriores, todas mis actitudes deben ser manifestación al exterior de las realidades interiores. Todo el evangelio que nosotros recibimos y escuchamos y nos adherimos, debe ser realmente manifestado… que lo aceptamos con nuestras actitudes, con nuestra manera de comportarnos. Para esto exige atención y vigilancia para no dar justamente un testimonio contrario.
Una buena llamada para el hoy de nuestra historia es esto de agradar a Dios muy del corazón. Cristo manifestó, nos mostró aquí la equivocación de los escribas y los fariseos. Ellos se creían justos, se creían observadores de la ley. Seguramente cumplían el ayuno, observaban la ley, hacían el diezmo pero muchas veces se olvidaban la clave que es la justicia y el amor.
Nosotros, cuando la fe no se compromete, la fe es una fe muerta, es una fe vacía. Cuando nos hay testimonio cristiano, cuando no transforma nuestra vida, digamos ahí hay hipocresía. Cuando yo hago cultos exteriores pero después en mi vida cotidiana eso no lo encarno puedo ser obviamente como los hipócritas.
Por otra parte, Jesús sabe la suerte de los profetas. Aquí nos esta hablando también de los profetas, Él asume su condición de profeta. Nosotros también somos profetas cuando nos hemos bautizado; los profetas anuncian y denuncian. Más que nunca en nuestro tiempo, mas los jóvenes en este mundo que les toca vivir, deben saber que están llamados y estamos llamados a aceptar la suerte de Jesús. Jesús fue perseguido no fue aceptado; muchos profetas fueron perseguidos y ejecutados. Jesús conoce la historia de su pueblo y la acepta. Nosotros también tenemos que estar preparados para en nuestro tiempo ser auténticos profeta, muchas veces seremos rechazados, muchas veces no seremos escuchados, muchas veces queremos que se nos silencie y sin embargo estamos llamados a dar fruto de conversión valientemente, de una unidad interior. Porque creemos en Jesús nuestra vida se manifiesta como Jesús vive.
Pidámosle a Jesús entonces que nos ayude, a dar testimonio como cristianos siempre a cumplir a lo que Dios nos pide y hacer valientes como fueron los apóstoles que frente a lo que el mundo les pedía, decían "debemos obedecer a Dios antes que a los hombres". También nosotros, en muchos momentos de nuestra historia vamos a tener que decir valientemente que tenemos que obedecer a Dios y a la Iglesia, antes que a muchos hombre. Vamos a pedir al Señor la Gracia de la valentía.