Evangelio segun San Lucas 9, 7-9

jueves, 23 de septiembre de

En aquel tiempo, el virrey Herodes se enteró de lo que pasaba y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado, otros que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas. Herodes se decía: "A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas? Y tenía ganas de verlo.

Palabra de Dios


 

Reflexión: Monseñor Estanislao Karlic | Obispo emérito de la Arquidiócesis de Paraná

 

 

Queridos hermanos, hoy festejamos a un santo de nuestro tiempo, San Pío de Pietrelcina, ese capuchino que admiró a nuestra generación; él vivió cuando nosotros ya habíamos llegado al mundo, hemos oído hablar de él, qué maravilla que ha sido su vida.

Este Dios nos enseña, no solamente por su Palabra, por la Palabra de Jesús, su Hijo, no solamente nos enseña por las palabras de los Profetas, ni tampoco sólo por las palabras de la Iglesia, nos enseña por las vidas de los santos que Él nos regala.

Uno de ellos es San Pío, un hombre entregado a Dios, que amó entrañablemente a nuestro Señor Jesucristo, llagado, estigmatizado; ese es uno de los hechos que ha marcado su vida. Nosotros sabemos que era admirable como celebraba su Eucaristía, como hablaba del Evangelio, como amó, entonces, a Dios.

Que mensaje para nuestro tiempo, que cree que la sabiduría consiste en no pensar en Dios, sino en arreglarnos nosotros, sin necesidad del auxilio de Dios, que es nuestro Creador y nuestro Salvador.

Él se entregó totalmente a su Señor, a su Creador, su Redentor, el que lo santificó. Enseñaba a los que llegaban hasta él, a purificar su conciencia en la confesión, con sus confesiones llenas de misericordia, sus consejos llenos de sabiduría. Cómo amó a los enfermos, el hospital estupendo que hay allá en Italia, fundado gracias a su pastoral; cómo amó a los pobres, se hizo franciscano, capuchino. Qué sentido de Dios, qué sentido del hombre, qué sentido de la vida eterna.

El Señor nos regaló a San Pío, nos sigue regalando, seguramente, a muchos hombres y mujeres que quieren hablarnos de Dios. Se dice de Santo Domingo de Guzmán que sólo hablaba de Dios o hablaba con Dios. Ese estilo de hijos de Dios también hoy existen.

Nosotros queremos pedirle al Señor que nos siga bendiciendo, porque no es a un mundo sin pecado a donde debemos llegar nosotros con nuestro Evangelio, sino a este mundo de hermanos nuestros a quienes les queremos ofrecer nosotros la verdad de Jesús, la vida de Jesús, el amor de Jesús; eso nos ha llegado por San Pío, nos llega por los santos.

¿Seremos capaces de ofrecerle al Señor nuestra vida para que por nosotros llegue al mundo la luz del Evangelio, llegue la vida de la gracia, llegue la ley del amor misericordioso? No tengo duda, por eso estamos ahora queriendo meditar los misterios de Jesús invitados por San Pío.

Que el Señor los bendiga.

 

 

Oleada Joven