Evangelio segun San Mateo 5, 1-12

domingo, 31 de octubre de
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En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles: "Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo."

Palabra de Dios


 

Monseñor Carlos Ñañez  Obispo de la Arquidiócesis de Córdoba

 

 

 

   Un saludo cordial para todos los oyentes de Radio María Argentina, y, de un modo particular, para los jóvenes en Oleada Joven.
 
La Iglesia celebra hoy una fiesta muy linda, la solemnidad de todos los Santos. Decimos fiesta linda porque nos presenta, nos recuerda un horizonte de plenitud para la condición humana y destinado a todos; tenemos que hablar de un llamado universal a la santidad, Dios en su sabiduría, su providencia, nos invita a todos a vivir en unión con Él, en esto consiste fundamentalmente la santidad, estar unidos a Dios, vivir en su amor; y nos dispensa los medios necesarios para eso, principalmente, la gracia del sacramento del bautismo, que infunde en nosotros la vida divina que nos hace hijos de Dios y nos renueva interiormente en nuestro corazón.
 
 
Decimos, también, que esta fiesta nos recuerda, nos propone un horizonte de plenitud porque lo que realiza propiamente nuestra humanidad no es el tener, tan volátil, muchas veces la gente dice “las cosas van y vienen”, y tienen razón, lo que realiza realmente a la humanidad es el ser, la bondad de sentimientos, la constancia en las disposiciones, las actitudes dignas.
 
 
Para esta fiesta la Iglesia nos propone el Evangelio de las bienaventuranzas, que las encontramos al inicio del llamado sermón del monte, del sermón de la montaña de Jesús, en el capítulo cinco del Evangelio de San Mateo. Es un poco desconcertante, una propuesta un tanto paradójica; si nosotros leemos con atención, despacito, este texto podremos ir como descubriendo la trama secreta, la clave, que no es otra sino el amor, porque el amor aprovecha todas las circunstancias, aún las más difíciles, las más adversas, para impregnarlas con su armonía, con su suavidad, con su belleza; el amor llena el corazón de quien lo vive, el amor se expande y hace felices a los demás. Como decíamos la santidad, a la cual Dios nos llama, es precisamente eso, plenitud de amor, de amor a Dios, recibiendo sus dones, aprovechándolos; amor a los hermanos, reconociendo su dignidad y su valor; amor a uno mismo, redescubriendo la imagen divina que Dios ha puesto en nosotros, su imagen y honrándola con una conducta digna.
 
 
Este año, en nuestra arquidiócesis de Córdoba, hemos tratado de reflexionar sobre la maravilla de la filiación divina, sobre la maravilla de la paternidad de Dios que daba origen a esa filiación y por eso decimos “en Jesús somos hijos”. Entonces, también esta fiesta es una invitación a disfrutar y agradecer este don, y hacerlo resplandecer, por eso podemos suplicar humildemente al Señor que nos conceda la gracia de poder concretar ese hacer resplandecer, con sencillez, pero también con verdad, nuestra condición de hijos del Padre de los cielos.
 
Ese puede ser nuestro propósito, junto a nuestra súplica humilde y confiada. Que Dios los bendiga en su bondad y en su misericordia, y nos haga a todos santos como Él quiere. Un saludo cordial y mi bendición 

 

 

Oleada Joven