En aquel tiempo se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los letrados murmuraban entre ellos: "Ese acoge a los pecadores y come con ellos". Jesús les dijo esta parábola: "Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros muy contento; y al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: "¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido". Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.
Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, reúne a las amigas y vecinas para decirles "¡Felicitadme!, he encontrado la moneda que se me había perdido". Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta".
Palabra de Dios
Monseñor Estanislao Karlic Obispo emérito de la Arquidiócesis de Paraná
Dice San Lucas en el capítulo 15, desde el primer versículo, “Todos, los publicanos y pecadores, se acercaban a Jesús para escucharlo. Los fariseos y los escribas murmuraban diciendo “Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos.” Jesús les dijo entonces esta parábola “Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido hasta encontrarla? Cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros lleno de alegría, y al llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos y les dice: Alégrense conmigo porque encontré la oveja que se me había perdido. Les aseguro que de la misma manera habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse. Y les dijo también “Si una mujer tiene diez dracmas y pierde una, ¿no enciende acaso la lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra llama a sus amigas y vecinas y les dice: Alégrense conmigo porque encontré la dracma que se me había perdido. Les aseguro que de la misma manera se alegran los ángeles de Dios en el cielo por un solo pecador que se convierte".
Así dice San Lucas en este pasaje de su Evangelio, donde empieza la narración de las parábolas de la misericordia, como se llaman estas dos parábolas y la siguiente, que es la del hijo pródigo. Que importante es que nosotros tomemos el mensaje de la misericordia de Dios y lo maduremos en nuestro corazón. Es la parábola de la oveja perdida y encontrada por el pastor, la de la moneda perdida y encontrada por la dueña de casa, y la del hijo perdido que se arrepiente y es recibido y festejado por su padre.
Pérdida es el nombre de pecado, que está significado en las tres parábolas. Nosotros, entonces, queremos destacar con San Lucas para nuestra fe, para nuestra vida, la conversión del pecador perdido y la alegría del encuentro del pastor, de la dueña de casa y del padre. Queremos aprender a convertirnos, queremos aprender a alegrarnos.
Lo único que nos aleja de Dios es el pecado, la pobreza o la riqueza, la salud o la enfermedad, el placer o el dolor, el poder o la carencia de poder en las cuestiones del mundo, nos apartan de Dios solamente cuando son pecado, sólo nos aparta de Dios el rechazo de la voluntad suya, la pretensión de hacer sólo lo que sea nuestra propia voluntad, el querer ocupar el lugar de Dios, sólo esto nos aleja de Dios. El que se aleja de Dios, es el que está lejos de Dios.
El pecado es la pretensión de ocupar el lugar de Dios, es dejarse seducir por el demonio, elegir vivir sin Dios, eso es pecar; rechazar el amor primero de Dios, rechazar el deber estupendo del amor al prójimo, como sentido de la vida, eso es pecar.
Nosotros no queremos pecar; tenemos que aprender la lección de estas parábolas donde aparece la alegría del Señor por los pecadores cuando nos convertimos. El pastor tiene la iniciativa para buscar a la oveja perdida, la oveja será encontrada y llevada sobre las espaldas por el pastor, así será recuperada; la dueña de casa es la que tiene la iniciativa de buscar la moneda, el padre bueno es el que sale a recibir a su hijo. Todo esto significa que es Dios quien tiene la iniciativa para buscarnos a nosotros, pecadores. Nadie se aleja tanto de Dios que impida su contacto, Dios lo sigue llamando siempre, nos sigue llamando siempre, con el mismo amor con que nos redimió, hará una fiesta cuando nosotros nos convirtamos, hará una fiesta porque el amor suyo es mayor que el nuestro, alegría de Dios cuando nos convertimos, mayor que nuestra alegría, será también alegría nuestra y será alegría porque habremos alegrado a Dios.
Eso lo debemos decir todos nosotros, grandes y pequeños, con nuestros alejamientos mayores o menores, lo importante es que abriéndonos al amor de Dios nosotros nos acerquemos a Él. La inmensidad, la gratuidad y la iniciativa del amor de Dios no es superada por ningún pecado nuestro, Dios es infinito en su bondad, y en su infinitud esconde también su sabiduría maravillosa, que encuentra siempre los caminos para encontrar nuestro corazón.
Quiera el Señor, vivir siempre un amor que imite su misericordia. La identidad del cristiano es Cristo, quien al darnos el Espíritu Santo consagra nuestra libertad para amar como Él nos amó, y con esta fuerza nos da capacidad de convertirnos y creyendo en la misericordia de la cruz, ser capaces de tener esa misericordia nosotros para todos los que encontremos necesitados de amor en nuestro camino.
Que así sea.