Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.» El que cree en él, no es condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.
En esto consiste el juicio: la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Todo el que obra mal odia la luz y no se acerca a ella, por temor de que sus obras sean descubiertas. En cambio, el que obra conforme a la verdad se acerca a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras han sido hechas en Dios.
A lo largo de esta semana la Palabra ilumina nuestro día a día con el capítulo 3 del evangelio de san Juan; compartimos los versículos del 16 al 21. Nos seguimos acercando a este misterio que nos presenta el Señor: la necesidad de nacer de lo alto y el gran anuncio del amor de Dios. Te propongo algunas ideas para vivir la Palabra de hoy en este día del trabajador, día de san José Obrero:
En primer lugar, dejate amar por Dios. La certeza, el anuncio más importante del Evangelio de hoy y de nuestra vida también es que Dios nos ama. El amor de Dios es un misterio porque es fiel e incondicional. Dios ama. ¿Cuándo? Siempre; ¿cómo? Mucho. Acordate que el amor no es algo que se merezca, se da y punto. Uno decide responder o no. Es más bien un regalo que bondadosamente Dios nos quiere dar. ¿Por qué? Porque somos sus hijos, porque nos amó primero, porque nos soñó para que seamos felices. Descubrir esto, que Dios te ama tanto que envió a su Hijo para que tengas vida, te tiene que cambiar. Es una realidad que tiene que transformarte el corazón. No pasa solamente por el hacer, o por el saber, sino por dejar que Dios haga, que Dios ame, que Dios te renueve, que Dios te llene de su paz y alegría. Pará un poco en este miércoles, frená un rato y hacete esta pregunta: ¿estás dejando que Dios te ame? Si todavía te cuesta, no te preocupes, a todos nos pasa. Pedile esa gracia al Señor, creele y déjate abrazar por su misericordia. Acordate que Dios dio a su Hijo por vos, esa es su prueba de amor.
En segundo lugar, viví el amor de Dios amando en lo concreto. Salvar, no juzgar. Es lo que Dios hace con nosotros, nos tiene paciencia porque nos ama. No te niego que ser cristiano es difícil, pero lo único que te pide el Señor es que lo intentes, que la luches. Él no te la quiere complicar, pero sí te pide que seas protagonista y no espectador. Mirá el modelo de san José obrero. Viéndolo a él podés darte cuenta que la Santidad comienza en lo cotidiano, en el trabajo que dignifica y santifica. Acordate que el trabajo está unido a la santidad, porque en lo de todos los días es donde podés amar a Dios y ser amado por Él. Recordá que es viviendo radicalmente lo que te toca vivir es donde cosechás santidad. Ayudando y dejándote ayudar. Dios quiera que como país podamos descubrir que el egoísmo y las divisiones no nos llevan a nada bueno, y que solo vamos a salir adelante si aprendemos a vivir como hijos del mismo Padre, como hermanos en Jesús.
Feliz día del trabajador, que el Señor bendiga tu trabajo. Y si no tenés hoy trabajo le pidamos a San José que interceda por vos para que pronto puedas tener uno digno que te dignifique y santifique. Que san José Obrero interceda por nosotros.
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