Jesús, hoy pongo en tus manos mi vida.
Desde el inicio de ella me acompañaste y me guiaste,
a veces mostrándote muy cercano, otras,
a través de aquellas personas que me pusiste en el camino,
y muchas desde el silencio y la espera a mi respuesta.
Siempre fuiste paciente,
amándome en mis ritmos y mis miserias,
en mis debilidades y mis negaciones.
Te doy gracias por seguir llamando
a pesar que muchas veces quiera hacer oídos sordos ante tu propuesta,
te doy gracias por elegirme,
por llamarme por mi nombre y enviarme a ser compañía
cerca de tus hijos muy amados,
aquellos que se encuentran más alejados,
esos a quienes nadie ve.
Gracias por cada persona que me confías,
en ellas descubro el valor de la vida,
de la sencillez y del compartir eterno.
Gracias por la felicidad que das a mi vida cada día.
Amén.
Sabrina Briyiski