Viernes 10 de Mayo del 2019 – Evangelio según San Juan 6,52-59

jueves, 9 de mayo de
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Los judíos discutían entre sí, diciendo: “¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?”. Jesús les respondió: “Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida.

El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente”.

Jesús enseñaba todo esto en la sinagoga de Cafarnaún.

 

Palabra del Señor


P. Javier Soteras director de Radio María Argentina

 

Hoy la palabra de Dios dice que los judíos discutían entre sí diciendo: “¿cómo este hombre puede darnos a comer su carne?”. ¿Qué responde Jesús? “Les aseguro que si ustedes no comen la carne del hijo del hombre y no beben su sangre no tendrán vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tendrá vida eterna y yo recitaré el ultimo dia”.

Comer la carne de Jesús, es vincularnos a la Eucaristía, el pan de vida, allí el Señor en la última cena nos dejó su cuerpo y su sangre. Es el lugar donde son invitados todos los días y particularmente el fin de semana para renovar nuestra vida, para tener la vida de Jesús.

La carne eucarística de Jesús es la del Señor en la Pascua, herido y resucitado. Es la vida transformada el Cristo que asumió nuestra condición pecadora y venciendo el pecado y la muerte, renovó la humanidad toda; cada vez que nos vinculamos a la carne de Jesús, en la Eucaristía nos alimentamos de esa fuerza transformadora y por eso cuando nos comemos nosotros, el cuerpo de Cristo somos nosotros transformados en Él.

Te invito a que te detengas particularmente a pensar en este misterio. Allí, en la Eucaristía, Dios está vivo y presente, muerto y Resucitado. Las llagas de Jesucristo glorificadas en el cuerpo y la sangre de Jesús presente en el misterio eucarístico. Te invito a alimentarte de este alimento de vida y que tu vida sea, en Él transformada.

¡Que tengas una hermosa jornada!