Después de oírlo, muchos de sus discípulos decían: “¡Es duro este lenguaje! ¿Quién puede escucharlo?”.
Jesús, sabiendo lo que sus discípulos murmuraban, les dijo: “¿Esto los escandaliza? ¿Qué pasará, entonces, cuando vean al Hijo del hombre subir donde estaba antes? El Espíritu es el que da Vida, la carne de nada sirve. Las palabras que les dije son Espíritu y Vida. Pero hay entre ustedes algunos que no creen”.
En efecto, Jesús sabía desde el primer momento quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar.
Y agregó: “Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede”.
Desde ese momento, muchos de sus discípulos se alejaron de él y dejaron de acompañarlo.
Jesús preguntó entonces a los Doce: “¿También ustedes quieren irse?”.
Simón Pedro le respondió: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna.
Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios”.
Seguimos compartiendo este capítulo 6 del evangelio de san Juan , con el conocido discurso de pan de vida.
Jesús se autoidentifica con el alimento de la salvación, con este alimento que no solo nos da fortaleza para el camino, sí que nos asegura la felicidad y la eternidad. Alimentarnos de Jesús, con una clara referencia eucarística, pero alimentarnos de todas las presencias de Jesús. Jesús está en la palabra, está en la historia, Jesús está en los sacramentos, en la eucaristía, en los pobres y en los débiles. Jesús está en las manifestaciones de la espiritualidad y dignidad del pueblo, en la presencia intercesora de María y de los santos.
Alimentarnos de Jesús para ser fortalecidos en el camino y para ser plenamente felices, aquí y en la eternidad.
Que tengas un hermoso fin de semana.
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