Jesús dijo a sus apóstoles: Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente.”
No lleven encima oro ni plata, ni monedas, ni provisiones para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bastón; porque el que trabaja merece su sustento.
Cuando entren en una ciudad o en un pueblo, busquen a alguna persona respetable y permanezcan en su casa hasta el momento de partir.
Al entrar en la casa, salúdenla invocando la paz sobre ella. Si esa casa lo merece, que la paz descienda sobre ella; pero si es indigna, que esa paz vuelva a ustedes. Y si no los reciben ni quieren escuchar sus palabras, al irse de esa casa o de esa ciudad, sacudan hasta el polvo de sus pies. Les aseguro que, en el día del Juicio, Sodoma y Gomorra serán tratadas menos rigurosamente que esa ciudad.
Jesús al pedirnos algo sabe que lo podemos realizar, sabe que lo podemos hacer. Dios no nos pide cosas que no podamos realizarlo, al contrario si lo pide es porque si podemos hacerlo. Por eso no tengamos miedo en cumplir con lo que Jesús nos pide en el Evangelio de Hoy.
Jesús nos envía, nos pide que salgamos, que vayamos a anunciar el Reino de Dios y hagamos cosas muy buenas, como llevar sanación, paz. Nos pide que hagamos tantas cosas que a la realidad de hoy le hace falta. Porque sí, miremos alrededor ¿cuántas personas enfermas? ¿Cuántas personas con hambre y con frío? ¿Cuántas personas que están angustiadas y con problemas?
Jesús nos envía y nosotros tenemos que cumplir con la misión que nos pide. No podemos quedarnos con los brazos cruzados, no debemos quedarnos con los brazos cruzados. Salgamos y hagamos algo bueno. Cumplamos con lo que Jesús nos pide.
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