María. Aquí vuelvo como caminante y peregrino, marchando en esta senda de cual me desvió buscando alivio a mi sed y a mis vacíos. Tú que eres la ternura que abriga mis penas, dame la gracia de ver a Jesús, contemplar su luz y volver alegre al camino que él mismo me ha sugerido. María, mamá tierna. Toma mi brazo en la oscuridad que atraviesa mi alma y sé la estrella, la luna que vislumbra y me guía el caminar. Eres la puerta que debo abrir para ser santo. Toma mi mano y toca mis párpados. Eres la caricia que sana las heridas, toma mis labios y cúrame con tus cantos. Tú me conduces y me guías. Tú me hablas y me cuidas. Tú me aconsejas. Tú no me sueltas. Tú estás y me llamas. Tú me abrigas y me sanas. Dame más de tu amor y hazme un fiel discípulo. Dame más de Jesús y hazme ser su amigo.