Analia de Rio Cuarto está actualmente de misión con Puntos Corazón en Costa Rica y nos cuenta:
Jesi tiene unos 50 años y es estadounidense, aunque vive en Costa Rica desde hace toda una vida. Ella es alcohólica y drogadicta y llegó al albergue porque ya nadie podía ni quería hacerse cargo de ella. Todo el daño que ha hecho a su cuerpo tanto física, psíquica y espiritualmente hacen que ahora esté postrada en una cama, donde la mayoría del tiempo debe estar atada por seguridad propia y de los demás. Aunque normalmente no puede ponerse de pie, tiene una fuerza enorme que no controla, y mezcla el inglés y el español por lo que es difícil entenderla. Al principio es muy duro verla así, y tomar el coraje de acercarse, pero poco a poco ha nacido una amistad, un cariño mutuo entre nosotras. Cuando nos ve se ilumina y de alguna manera nos comparte sus alegrías, sus sufrimientos y sus miedos que son muchos. Nosotras le damos de comer en la boca, mientras le hablamos de Dios, que es lo que más necesita en estos días en que su vida se apaga.
Jesi tiene unos 50 años y es estadounidense, aunque vive en Costa Rica desde hace toda una vida. Ella es alcohólica y drogadicta y llegó al albergue porque ya nadie podía ni quería hacerse cargo de ella. Todo el daño que ha hecho a su cuerpo tanto física, psíquica y espiritualmente hacen que ahora esté postrada en una cama, donde la mayoría del tiempo debe estar atada por seguridad propia y de los demás. Aunque normalmente no puede ponerse de pie, tiene una fuerza enorme que no controla, y mezcla el inglés y el español por lo que es difícil entenderla.
Al principio es muy duro verla así, y tomar el coraje de acercarse, pero poco a poco ha nacido una amistad, un cariño mutuo entre nosotras. Cuando nos ve se ilumina y de alguna manera nos comparte sus alegrías, sus sufrimientos y sus miedos que son muchos. Nosotras le damos de comer en la boca, mientras le hablamos de Dios, que es lo que más necesita en estos días en que su vida se apaga.