Esperar o ser esperanza

jueves, 19 de diciembre de
image_pdfimage_print

¿Por qué esperar?, ¿a Quién esperar? Está bien esperar esperanza, brindar por un mundo mejor, intercambiar ese presente, que llena el alma, no por el objeto sino por el gesto. Está bien bridar y desear la paz, por el trabajo, la familia y la salud.

Esperar. Pero, ¿Navidad es esperar o ser esperanza? En navidad no quiero esperar, más bien esta navidad, yendo contracorriente, quiero ir. Quiero contagiar otros Cristos. ¿Por qué quedarnos a esperar a que venga alguien? ¿No vino ya? ¿No está en mí, transformando mi ser en su palabra, en su divinidad, en el altar, en cada renacer al pedir perdón o perdonar?

Entonces, ¿esperar a que venga Él, o con Él dentro de mi llevar esperanza a lo demás? Esperar por la paz en mi familia, o llevando y practicando esa divina Misericordia de aquel que nos da vida nueva todo el tiempo, para que definitivamente reine y en Él, la paz del amor infinito.

¿Esperar que venga a traer el pan de cada día, o contagiar a vivir “el Padre Nuestro”? Anhelando, así, disfrutar de su voluntad de cada día, confiando que es para nuestro bien, perdonando a los que nos ofenden como así también recibiendo, de corazón, recibiendo el perdón.

Vamos a estar atentos a recibir un regalo, y ¿si el regalo ya está con nosotros, qué esperamos para compartirlo? ¿Qué esperamos para intercambiarlo con todos? Si con todos, porque entre todos crecemos en la fe, en su enseñanza, en su misión.

¿Acaso no nos enseñaron que nosotros somos la sal de la tierra? En nosotros puso su confianza, y nos dijo vayan, lleven la buena noticia. Nos dice salgan, contagien. Y nosotros acá sentados, puertas adentros, en un tiempo de espera, sin ver que nos está pidiendo que sembremos, que no guardemos las semillas que día a día hace renacer en nosotros.

¿De qué me sirve preparar el corazón, hacer el mejor lugar para que venga en mí, si lo dejo durmiendo en mí? Por eso en esta navidad no quiero esperar, quiero que seamos esperanza, sabiendo que sólo no se puede. Confiando que tampoco lo haremos los hombres, sino el espíritu Creador será quien obre en nosotros, siendo simplemente herramientas de aquel que se hizo hombre, nació, enseñó con el ejemplo y principalmente dio la vida por mí, para regalarme una vida entera y eterna.

Por eso, no vaya ser que por tanto esperar, especular, estar quieto aguardando su venida, me quede dormido, y su presencia, su luz y su fuego, se vaya apagando, en mí, y en cada uno de quien nos rodea, tapándolo de humanidades banales, que no hacen más que dilatar poder disfrutar de cada renacer cotidiano de su presencia en las pequeñeces que se hace presente, no hace más que tapar con el dedo los milagros que cada amanecer se nos hace presente.

 

Maxi Toniollo