Miércoles 25 de Diciembre del 2019 – Evangelio según San Juan 1,1-18

lunes, 23 de diciembre de
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Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Al principio estaba junto a Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe.
En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron.
Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan.
Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
El no era la luz, sino el testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre.
Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció.
Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron.
Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios.
Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios.
Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él, al declarar: “Este es aquel del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo”.
De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia: porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.
Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo único, que está en el seno del Padre.

 

 

Palabra de Dios


Padre Matías Burgui sacerdote de la Arquidiócesis de Bahía Blanca

 

¡Muy feliz Navidad, para vos que estás escuchando esta pequeña reflexión!

Hoy es un día de alegría y es un día de gozo. Hoy actualizamos y hacemos nuestro el nacimiento del niño Dios. Jesús nace pobre entre los pobres de este mundo, para traernos la Buena Noticia de Dios Padre. Por eso el evangelio de hoy, Juan 1, 1-18, nos invita a contemplar el misterio de la Palabra que se hace carne para habitar entre nosotros. La primera lección del amor de Dios es que él nos ama y nunca nos abandona.

Hoy Jesús vuelve a nacer. Nace hoy. Nace hoy en familias heridas, en los comedores de las escuelas, en las guardias de los hospitales, en una mano extendida, en un abrazo de amigo.

Nace en los pueblos, en las ciudades, en las villas. Nace en un departamento solitario, en el hogar de ancianos y debajo de un puente también. En la sonrisa de un niño, en el cuento del abuelo. Nace hoy en un mate compartido, y en el encuentro entre unos que hace mucho no se ven. En el llanto de un niño que nace, en las risas, los gritos, en el brindis, en el compartir  y en el extrañar a esos que ya no están. Nace en los sueños de un mundo más humano. Nace en esos refugiados que nos parece que viven en otro mundo, en ese que se quedó sin trabajo pero sigue teniendo esperanza. En el joven que no sabe qué hacer con su vida y en los padres que no saben cómo acompañar. Hoy Jesús nace para todos y sigue compartiendo el destino de todos los hombres, varones y mujeres, porque él mismo es hombre.

¡Nada nuestro le es ajeno a Dios! Y nada de Dios le es ajeno al hombre porque todo lo verdaderamente humano nos habla de Dios. Navidad es Jesús. Es la capacidad de descubrir a Dios presente en todos los actos de nuestra vida, es reconocer que siempre hay una esperanza.

Hoy tiene que nacer algo nuevo en vos. Poné delante del pesebre tu vida y sentite reflejado. Mirando el pesebre descubrimos un padre que nos acompaña, una madre que nos consuela y un Jesús que nos ilumina. Que esta navidad haya algo distinto en tu vida. Rezá y pensá qué te quiere regalar el Señor.

Acordate que Dios está con nosotros. No tengas miedo, porque Jesús está cerca tuyo, camina con vos. Dejate iluminar para iluminar a tus hermanos porque nos nació el salvador.

Que tengas una muy feliz y santa Navidad y que la bendición del Buen Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo te acompañe siempre. Amén.