Quiero agradecerte, porque estuviste conmigo, ahí de mi mano llevándome.
Gracias por ese amigo que me escuchó, cuando estaba mal.
Gracias por mi familia, pendiente de mi bienestar.
Gracias por mis abuelos, que estando o no físicamente, siempre me cuidan.
Gracias por la sonrisa de ese niño, que me crucé en la calle y sin saber quién era me la regaló.
Gracias por la oportunidad de misionar, de poder ser tu instrumento y ser reflejo de tu amor para los demás.
Pero también gracias por esos momentos no tan lindos.
Gracias por las lagrimas que derramé, limpiaron mi alma.
Gracias por los momentos de prueba, esos que se hicieron difíciles, sé que por tu ayuda salí.
Gracias por estar, presente siempre en mi familia, en mis amigos, en la sonrisa del niño, dentro de mí.
Finalizando este año, miro para atrás y veo tu huella al lado de la mia. Es por tu regalo de vida, y vida en abundancia por el cual pude vivir todo esto.
Te pido que el nuevo año que se avecina, sigas ahí y yo acá, confiando que de tu mano nada sale mal.