Adoración eucarística: una escapadita con Jesús.

miércoles, 14 de marzo de
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Hace unos años no comprendía por qué mi coordinador del grupo de jóvenes de la parroquia me invitaba a la adoración eucarística. 

 

Recuerdo muy bien que no sabía qué hacer cuando estaba frente a esa hostia grande, protegida con una especie de vidriera circular… Había algo que no entendía, ¿por qué tenía que estar quieto mirando el altar? ¿por qué a todos les gustaba y llenaba de paz, y a mi no?. Debo confesar, que soy una persona muy curiosa; y nunca nada me había dado tanta curiosidad como el momento de la adoración. 

 

Claramente, yo no me podía quedar atrás, y necesitaba saber más sobre eso que de a poco me fue llamando de una manera increíble. No sé muy bien cómo, pero en algún momento leí o escuché que la adoración es “una charlita con Jesús”. Al poco tiempo, en la hora de adorar comencé a charlar con él, a decirle qué me pasaba, como me sentía, qué necesitaba…  pero más adelante ya no podía hablar; sólo podía mirarlo, contemplarlo y sentirme acompañado por él. 

 

Mis pedidos y mis reclamos se convirtieron en acción de gracias y reflexión, comencé a sentir paz y tranquilidad y entendí que ese era mi lugar de descanso. Solo él y yo. Nadie más. 

 

En épocas de líos familiares, mambos personales y exámenes finales, solo me basta con ir a adorar. La adoración para mí, es uno de los momentos más preciados de la semana; porque me hago mi “escapadita con Jesús”. Es como cuando un buen amigo te pasa a buscar por tu casa para ir a caminar o tomar algo, es allí donde uno abre su corazón y busca el descanso en el otro. 

 

En la adoración me siento enamorado, siento que se me ensancha el pecho de tanta alegría, aún cuando estoy triste. Es allí cuando comprendo que la adoración me frena y me hace sentir parte del todo. Me hace sentir familia con Jesús, y familiarizado con lo divino, con el sol y con el aire, me hace sentir los latidos de mi corazón y celebrar cada minuto.

 

Lo mejor de todo esto, es que el espacio se adapta a uno, estés triste o feliz. Mi recomendación es anonadarse, hacerse nada para ser todo con Jesús

 

No sé como será en tu caso, pero yo desde hace un tiempito amo mis escapaditas con Jesús.

 

Ezequiel David Ifran