Jesús subió a la barca, atravesó el lago y regresó a su ciudad. Entonces le presentaron a un paralítico tendido en una camilla. Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: “Ten confianza, hijo, tus pecados te son perdonados”.
Algunos escribas pensaron: “Este hombre blasfema”.
Jesús, leyendo sus pensamientos, les dijo: “¿Por qué piensan mal? ¿Qué es más fácil decir: ‘Tus pecados te son perdonados’, o ‘Levántate y camina’? Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados -dijo al paralítico- levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”.
El se levantó y se fue a su casa. Al ver esto, la multitud quedó atemorizada y glorificaba a Dios por haber dado semejante poder a los hombres.
Cuántas veces pensamos muchas veces que después haber trabajado tanto uno piensa que todo es en vano. Hasta que vemos los frutos, los resultados plasmados en ver los logros de las personas con las que hemos trabajado, un niño, un joven, una familia, un barrio, un pueblo; ver por ejemplo como están aprendiendo a leer y escribir, a aprobar un examen, ver que pasen de curso, que terminen una carrera y se conviertan en profesionales, ver qué familias pueden recurrir a lugares para comer, dormir, que puedan conseguir una casa. Y así un montón de logros que nos demuestran que vale la pena seguir haciendo todo el esfuerzo por trabajar por el bien del prójimo.
El Evangelio de hoy precisamente nos muestra cómo gracias a personas comprometidas un paralítico se salvó, volvió a caminar, volvió a vivir. ¿Y todo gracias al trabajo en equipo! Simplemente basta saber que todo trabajo y esfuerzo que uno haga por los demás nunca es en vano. ¡Siempre da sus frutos!
Por eso en estos tiempos difíciles en dónde muchas personas trabajan por el bien de los demás, sigan con mucho entusiasmo por el camino del servicio. Nosotros como Cristianos tenemos que ser los primeros en tomar iniciativas y ver la forma de ayudar siempre.
¿Hoy a quien vas ayudar? ¿Hoy a quienes vamos a salvar? ¿A quien vamos a acercar a Dios para que lo bendiga y salve? Es nuestra fe y amor a Cristo que nos impulsa a salir de nosotros mismos y ayudar a alguien. Que sigamos trabajando con mucho entusiasmo.
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