El tetrarca Herodes se enteró de todo lo que pasaba, y estaba muy desconcertado porque algunos decían: “Es Juan, que ha resucitado”. Otros decían: “Es Elías, que se ha aparecido”, y otros: “Es uno de los antiguos profetas que ha resucitado”. Pero Herodes decía: “A Juan lo hice decapitar. Entonces, ¿quién es este del que oigo decir semejantes cosas?”. Y trataba de verlo.
En el Evangelio de hoy vemos que se nombra la figura de Herodes , alguien que nunca asimiló el mensaje de Dios sino más bien la rechazo de una manera contundente. En su momento hizo desaparecer a Juan el Bautista haciéndole cortar la cabeza; el decía que admiraba lo persona de Juan el Bautista, pero en realidad significaba una molestia porque le decía las cosas que estaba haciendo mal. Y ahora supo sobre los mensajes y obras de Jesús. Y eso también significaba para él una molestia.
Porque en la figura de Herodes vemos que hay personas que también sabrán sobre Jesús, sobre Dios, sobre sus enseñanzas y obras. Pero que nunca la aceptaran para su vida. Frente a la realidad de Dios y su vida siempre se sentirán interpelados pero no lo aceptaran porque nunca tendrán el valor de renunciar a la vida mundana como Herodes. Porque así como muchas personas frente a Jesús le abrirán su corazón y vivirán su vida, así hay muchas personas, que en su libertad, lo rechazarán. Porque sí, en nuestro interior, nosotros tenemos el poder de la libertad de elegir a Dios o no. Podremos saber de él, podremos conocer su mensaje, podremos decir que leemos la Biblia, que pertenecemos a algún grupo, que hago tal obra de beneficencia… pero en nuestro corazón hay un rechazo contundente hacia Jesús, no le creemos, su vida no nos interpela.
Frente a la persona de Jesús, frente a su vida y enseñanzas ¿Qué siente mi corazón? ¿Adhiero a su mensaje, lo acepto? O ¿tengo la actitud de Herodes de rechazar y hacerlo desaparecer? ¿Quién es Jesús para mí? ¿Comprendo que su mensaje y vida es lo mejor para mí?
Hoy sería un lindo día para volver a pedir la gracia de la conversión, la gracia de pedirle a Dios que saque el Herodes que hay en mí para que pueda adherirme a él con todo lo que soy y tengo.