Viernes 16 de Octubre del 2020 – Evangelio según San Lucas 12,1-7

miércoles, 14 de octubre de
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Se reunieron miles de personas, hasta el punto de atropellarse unos a otros. Jesús comenzó a decir, dirigiéndose primero a sus discípulos: “Cuídense de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. No hay nada oculto que no deba ser revelado, ni nada secreto que no deba ser conocido. Por eso, todo lo que ustedes han dicho en la oscuridad, será escuchado en pleno día; y lo que han hablado al oído, en las habitaciones más ocultas, será proclamado desde lo alto de las casas.

A ustedes, mis amigos, les digo: No teman a los que matan el cuerpo y después no pueden hacer nada más. Yo les indicaré a quién deben temer: teman a quel que, despues de matar, tiene el poder de arrojar a la Gehena. Sí, les repito, teman a ese.

¿No se venden acaso cinco pájaros por dos monedas? Sin embargo, Dios no olvida a ninguno de ellos. Ustedes tienen contados todos sus cabellos: no teman, porque valen más que muchos pájaros.”

 

Palabra de Dios

 

Padre Marcelo Amaro sacerdote Jesuita

 

Vivir de cara a Dios, es fundamental para abrazar la propuesta del Reino y para nuestro seguimiento de Jesús. Vivir de cara a Dios, es sabernos conocidos y amados, sabernos sostenidos y acompañados por Él. Vivir de cara a Dios es aceptar lo que somos, con honestidad y verdad, es buscar crecer, madurar, reconocer los límites, confiar en la gracia; pero también, vivir de cara a Dios, es reconocer y rechazar aquellas dinámicas egoístas y tramposas que están en nuestro corazón.

En el Evangelio de hoy, el Señor nos advierte de dos tendencias que pueden distorsionar nuestra vida cristina. La primera es cuando ya no la vivimos en clave de autenticidad y no dejamos que el seguimiento de Jesús afecte profundamente nuestra vida; sino que la vivimos buscando el reconocimiento, por lo que lo importante pasa a ser las apariencias, lo que los otros digan de nosotros, quizás, buscando la admiración, el respeto, la alabanza, o más bien la adulación. Tentación en la que podemos caer, rechazando la honestidad propia de la fe, para quedarnos en la superficial hipocresía, de quien se pone una máscara para mostrar por fuera lo que no es por dentro, con el fin de sacar ventajas que siempre serán injustas. Cuidarnos de la hipocresía, para vivir de cara a Dios, es un desafío que todos tenemos porque todos podemos caer en incoherencias injustas que atenten contra el Reino.

La segunda advertencia que nos hace Jesús es respecto al miedo, ese que nos hace hacer y decir lo que no queremos, o ese que nos paraliza y nos impide dar los pasos que son necesarios dar; vivir de cara a Dios, es ponernos en sus manos, dejarnos sostener por Él, confiando en su Palabra y en su voluntad. El miedo a los demás, al qué dirán o el miedo a fracasar, nunca serán buenos consejeros, ni promoverán caminos de plenitud en nuestra vida.

Hoy podemos pedir aquella valentía de San Pablo, que confiando en el amor infinito del Padre, manifestado en Jesucristo, dirá que “Nada nos puede separar del amor de Dios”. Y dejemos que el Evangelio de hoy ilumine nuestros pasos, para guardarnos de toda hipocresía y de todo miedo paralizante, para pedir la gracia de la honestidad y la valentía en el seguimiento de Jesús, buscando siempre y en todo, vivir aquellos caminos a los que Él nos llama.
Que Dios nos bendiga y nos fortalezca.