En aquel tiempo: Uno de los invitados le dijo: “¡Feliz el que se siente a la mesa en el Reino de Dios!”.
Jesús le respondió: “Un hombre preparó un gran banquete y convidó a mucha gente. A la hora de cenar, mandó a su sirviente que dijera a los invitados: ‘Vengan, todo está preparado’. Pero todos, sin excepción, empezaron a excusarse. El primero le dijo: ‘Acabo de comprar un campo y tengo que ir a verlo. Te ruego me disculpes’.
El segundo dijo: ‘He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos. Te ruego me disculpes’.
Y un tercero respondió: ‘Acabo de casarme y por esa razón no puedo ir’.
A su regreso, el sirviente contó todo esto al dueño de casa, y este, irritado, le dijo: ‘Recorre en seguida las plazas y las calles de la ciudad, y trae aquí a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los paralíticos’.
Volvió el sirviente y dijo: ‘Señor, tus órdenes se han cumplido y aún sobra lugar’.
El señor le respondió: ‘Ve a los caminos y a lo largo de los cercos, e insiste a la gente para que entre, de manera que se llene mi casa. Porque les aseguro que ninguno de los que antes fueron invitados ha de probar mi cena'”.
¡Chicas y chicos que siguen esta transmisión por Radio María!
El Martes pasado reflexionamos sobre el Reino y seguramente, durante los días siguientes, con las otras reflexiones de los otros padres, hemos seguido internalizando el Reino en nosotros.
Y nos vuelve a enfrentar el texto del evangelio de hoy: ¡Con el Reino!
Pero fíjense: pensábamos el Marte pasado ¿cuando crece el Reino en mi? ¿no?
¡Si veía ese ese crecimiento!
¡Si notaba ese crecimiento que Jesús iba haciendo en mi corazón! ¿no?
Hoy, en este Martes 3 de Noviembre, fíjense que el Señor Jesús está en una cena, dónde lo han invitado y “uno de los invitados” le dice a Jesús: “feliz el que se siente a la mesa en el Reino de Dios”
Jesús, impacta después ahí ¡NOMÁS! una parábola.
Pero podríamos quedarnos, con esta expresión de este invitado ¿no?
“Feliz el que se siente a la mesa en el Reino de Dios”
He pensado el Martes pasado, ¿cuánto crece el Reino de Dios?
Y seguramente he descubierto que ha crecido, ¡sí seguramente! seguramente porque Jesús siempre crece en mi corazón ¿no?
Crece su obra Crece su misión Y crezco también en santidad ¿no? seguramente: A veces lo noto, a veces no lo noto.
Y este invitado que dice: “Feliz el que se siente a la mesa en el Reino de Dios”
Podemos decir, que está expresando lo que siente el corazón del ser humano:
Del hombre y de la mujer De todos los tiempos. cuando el Reino de Dios está instalado en nuestro corazón.
¡Con las dificultades y las alegrìas que tiene pertenecer al Reino!.
¡Con las cercanías y los alojamientos, que es “crecer” en el Reino!.
¡Con la presencia de Jesús siempre invitándome y llamándome a su mesa: terrena y celestialª ¿no?
¿Soy feliz de caminar en el Reino de Dios?
Que lindo hacernos esta pregunta ¿no?
Es una expresión, y además de la expresión que tiene este invitado feliz,
“Feliz el que se siente a la mesa en el Reino de Dios” y descubrí que me hace feliz sentarme en la mesa del Reino.
También puedo imaginar una tarea. Imaginarla y llevarla adelante ¿no?
¿Cuento a los demás, la felicidad de caminar en el Reino de Dios?
¡Acabamos de festejar a todos los santos!
¿Seré uno yo? ¿Será uno el que está cerca mío? ¿El que vive conmigo? ¿El que está, en una casa vecina? ¿El que camina conmigo en un montón de cosas?
¡Y eso también es el Reino! ¿no? => ¡Eso ES EL REINO!
¿Soy feliz de sentarme en la mesa del Reino?
¿De caminar el Reino todos los días?
¿Lo cuento a los demás?
¿Lo expreso?
¿Les digo a los demás: Soy feliz? ¡eh!
Y si no lo hago ¿te animas a hacerlo esta semana?
Decile a alguien: ¡contarle a alguien LA FELICIDAD de caminar en el Reino de Dios!. ¡Un abrazo a todos! ¡Que Dios los bendiga siempre!
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