Lunes 4 de enero de 2021 – Evangelio según San Juan 1,35-42.

lunes, 4 de enero de
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Estaba Juan Bautista otra vez allí con dos de sus discípulos y, mirando a Jesús que pasaba, dijo: “Este es el Cordero de Dios”. Los dos discípulos, al oírlo hablar así, siguieron a Jesús. El se dio vuelta y, viendo que lo seguían, les preguntó: “¿Qué quieren?”. Ellos le respondieron: “Rabbí -que traducido significa Maestro- ¿dónde vives?”. “Vengan y lo verán”, les dijo. Fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él ese día. Era alrededor de las cuatro de la tarde. Uno de los dos que oyeron las palabras de Juan y siguieron a Jesús era Andrés, el hermano de Simón Pedro. Al primero que encontró fue a su propio hermano Simón, y le dijo: “Hemos encontrado al Mesías”, que traducido significa Cristo. Entonces lo llevó a donde estaba Jesús. Jesús lo miró y le dijo: “Tú eres Simón, el hijo de Juan: tú te llamarás Cefas”, que traducido significa Pedro.

 

Palabra de Dios

Padre Gustavo Ballario sacerdote de la Diócesis de San Francisco

Compartimos esta meditación del evangelio de hoy.
Juan, el bautista ha comprendido la verdadera identidad de Jesús, leyendo en el corazón y la expresado con imagen un poco extraña, lo ha llamado “cordero de Dios”.

Tenía disposición ¡otras imágenes! como:
– La de pastor.
– Rey.
– Juez

Sin embargo eligió esta, en su mente, ninguna resumía el descubrimiento de la identidad de Jesús mejor que la de cordero de Dios.
Este Juan, educado “probablemente” entre los monjes esenios de Qumrán, había asimilado la espiritualidad de su pueblo, conocía la historia, tenía familiaridad con la escritura.
Devoto israelita sabía que mencionando el “cordero”, sus oyentes habían inmediatamente intuido la referencia al “cordero pascual”
¡cuya sangre esparcida sobre los dientes desde sus casas en Egipto!, había librado a sus padres de la matanza del ángel exterminador.

El bautista ha vislumbrar todo el destino de Jesús, un día sería inmolado como el cordero y su sangre quitaría a las fuerza del mal, la capacidad de hacer daño.

Notando que Jesús fue condenado a medio día de la vigilia de pascua, el escritor del evangelio de Juan ha querido ciertamente llamar la atención sobre este simbolismo:
¡era de hecho la hora en que en el templo los sacerdotes comenzaban a inmolar los corderos!.

Además del título de “cordero”, en el pasaje de hoy, tenemos otros títulos significativo aplicado a Jesús.
Los primero 2 discípulos lo llaman:
– En primer lugar “rabí, maestro”, no obstante después de haber pasado una jornada entera con Jesús, Andrés intuye que no es solamente “un maestro” o un gran personaje, a su hermano Simón le dice:
– “Hemos encontrado al Mesías”.

Antes de la comunión, el sacerdote nos presenta a Jesús como el cordero, al comulgar con este cordero de Dios queremos expresar que también nosotros queremos ser en el mundo como este cordero.

Dios no salva el mundo mandando un lobo, sino mandando un cordero.
El cordero no se reserva nada para sí: dona su lana y su carne.

Así la vida de un discípulo de Jesús se convierte en vida para el mundo, cuando es donación total.
No como el gas con un lobo, que representa:
– El mundo del poder, del dominio y de la violencia.
Como el gas con el cordero, que representa:
– La mansedumbre de entrega incondicional, como camino para la realización y la felicidad.

También Jesús es llamado rabí, maestro.
¿Hay alguien que pueda enseñarte un modo de vida más sabio que el que te enseñan Jesús? ¿Alguien puede darte una luz más clara, que la que te dan sus Palabras?

Finalmente Jesús es llamado evangelio de hoy: Mesías
Esta palabra que es el equivalente del griego Cristo, significa UNGIDO

Es aquel en el cual se hacen presente la salvación de Dios.
Te podes preguntar: ¿es Jesús mi mesías? ¿ o sigo creyendo que hay propuestas ideológicas que pueden salvar la historia y mi historia?

Sí Jesús: ES:
– el rostro humano de Dios y
– el rostro divino del hombre.

Entonces sólo en Él, hay salvación.

¡Paz y bien!
¡Hasta la próxima!