Lunes 1º de Febrero del 2020 – Evangelio según San Marcos 5,1-20

viernes, 29 de enero de
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Llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos. Apenas Jesús desembarcó, le salió al encuentro desde el cementerio un hombre poseído por un espíritu impuro. El habitaba en los sepulcros, y nadie podía sujetarlo, ni siquiera con cadenas. Muchas veces lo habían atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie podía dominarlo. Día y noche, vagaba entre los sepulcros y por la montaña, dando alaridos e hiriéndose con piedras.

Al ver de lejos a Jesús, vino corriendo a postrarse ante él, gritando con fuerza: “¿Qué quieres de mí, Jesús, Hijo de Dios, el Altísimo? ¡Te conjuro por Dios, no me atormentes!”.

Porque Jesús le había dicho: “¡Sal de este hombre, espíritu impuro!”.

Después le preguntó: “¿Cuál es tu nombre?”. El respondió: “Mi nombre es Legión, porque somos muchos”.

Y le rogaba con insistencia que no lo expulsara de aquella región.

Había allí una gran piara de cerdos que estaba paciendo en la montaña.

Los espíritus impuros suplicaron a Jesús: “Envíanos a los cerdos, para que entremos en ellos”.

El se lo permitió. Entonces los espíritus impuros salieron de aquel hombre, entraron en los cerdos, y desde lo alto del acantilado, toda la piara -unos dos mil animales- se precipitó al mar y se ahogó.

Los cuidadores huyeron y difundieron la noticia en la ciudad y en los poblados. La gente fue a ver qué había sucedido. Cuando llegaron adonde estaba Jesús, vieron sentado, vestido y en su sano juicio, al que había estado poseído por aquella Legión, y se llenaron de temor.

Los testigos del hecho les contaron lo que había sucedido con el endemoniado y con los cerdos. Entonces empezaron a pedir a Jesús que se alejara de su territorio.

En el momento de embarcarse, el hombre que había estado endemoniado le pidió que lo dejara quedarse con él.

Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: “Vete a tu casa con tu familia, y anúnciales todo lo que el Señor hizo contigo al compadecerse de ti”.

El hombre se fue y comenzó a proclamar por la región de la Decápolis lo que Jesús había hecho por él, y todos quedaban admirados.

 

Palabra de Dios

Padre Gustavo Ballario sacerdote de la Diócesis de San Francisco

 

Podemos ver el episodio del evangelio de hoy desde dos perspectivas: A. Antes del encuentro con Jesús. B. Después del encuentro con Jesús.

Antes: el hombre endemoniado vive en tierra pagana. No ha entrado en la tierra de la libertad. Después: la tierra pagana se convierte en tierra de libertad con la llegada del evangelio.

Antes: el hombre vive en lugares de muerte. Después: está con Jesús, es decir con la Vida.

Antes: no es dueño de sí mismo. Está poseído por un espíritu que lo hacer actuar de manera inhumana. Después: tiene la mente sana. Ya no está más poseído por fuerzas deshumanizantes.

Antes: está lejos de los hombres. Es antisocial. Vive en los sepulcros. Es un muerto viviente. Después: está entre los vivos. Ha abandonado el cementerio. Ha abandonado los lugares impuros.

Antes: nadie podía acercarse a él. Todos se alejan porque tienen miedo de él. Después: está tranquilo. Cualquier persona puede acercarse sin ningún peligro.

Antes: está atado como un animal. Después: está vestido. Ya no desnudo como un animal. Es un señor, no un esclavo.

Antes: realiza acciones peligrosas para sí mismo y para los demás. Se hace mal a sí mismo y a los demás. Después: está sentado. Totalmente calmado y puede sociabilizar.

Antes: está lejos de la salvación (Ve a Jesús desde lejos.) Después: está cerca de Jesús.

Antes: no tiene nada en común con Dios. Lo divino no tiene nada que ver con él, no emerge en él. No es libre: otro habla en su nombre y le hace hacer lo que quiere. Después: habla por cuenta propia, no más a través de las fuerzas que lo poseen.

Antes: tiene una personalidad disociada, descompaginada. Son muchas las fuerzas del mal que lo habitan y lo deshumanizan. Son una legión. Después: es perfectamente dueño de sí. Está en condiciones de llevar adelante su propia vida.

Antes: la Palabra de Dios lo molesta. Quiere ser dejado en paz. Se ha resignado a su condición deshumana. Después: la Palabra de Dios no solo no lo molesta más sino que se convierte en apóstol y evangelizador. Relata su propia experiencia de salvación. Es un testigo.

Antes: convive tranquilo con la situación de NO VIDA y de impureza: desea pacer en el monte con la piara de cerdos. Después: la impureza, la NO VIDA es destruida y destinada a perecer en el fondo del mar.

Antes: los cuidadores de cerdos son quienes mantienen todas las situaciones que tienen que ver con lo que genera esclavitud. Desean perpetuarla. No aceptan que entre la Palabra de Evangelio para cambiarla. Expulsan a Jesús. Después: la persona liberada da continuidad al mensaje liberador de Jesús.

Te invito a hacer tuyo este mensaje del evangelio. Te invito a dejar esta condición inhumana que te ata para que se ponga en marcha la vida nueva que Jesús nos trajo. Paz y Bien! Hasta la próxima!