Entonces llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros.
Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero; que fueran calzados con sandalias, y que no tuvieran dos túnicas.
Les dijo: “Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir. Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos”.
Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión; expulsaron a muchos demonios y curaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo.
¡Queridos chicos y chicas! El texto del evangelio de hoy es precioso, el envío apostólico.
El Señor envía a los doce y los hace con algunas pautas: primero los envía de a dos en dos, y luego les ordena que no lleven para el camino más que un solo bastón, que no llevaran pan ni dinero, y que no llevaran dos túnicas, solo la puesta. Además les dice que no vayan de casa en casa, sino que se queden donde les den alojamiento.
Jesús nos dice que para ir a la misión solo necesitamos el evangelio, es la experiencia que tenemos en el corazón de Jesús, contarle a los demás lo que Jesús ha hecho en mi vida y que sigue presente entre nosotros, también las palabras del evangelio. Todo lo demás es innecesario.
Cuando nos preparamos para ir a la misión necesitamos hacerlo trayendo a la memoria esas palabras del Señor en mi corazón. Y en la misión cotidiana, la de todos los días, el Señor nos hace ver que solamente tenemos que anunciarlo a Él y que no necesitamos nada. Desprovistos de todo pero con el corazón lleno de Jesús.
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