Al Amor… lo encontré clavado en una cruz… lo miraba y él me miraba y algo inmenso se movía en mí.
Fue en ese momento que comprendí, que todo lo que me habían contado por tantos años… ¡era cierto!
Era cierto que me amabas sin medidas, era cierto que entregabas tu vida por mi y por cada uno de nosotros todos los días.
Desde entonces, busco ser como Tú: en los gestos, en las palabras, en las miradas, persiguiendo el mismo ideal, y al igual que yo, muchos jóvenes más.
Porque es el tiempo, es la hora de cambiar el mundo.
Estamos llamados a llevar tu Amor a cada rincón, a cada lugar donde no exista la esperanza, a cada persona que necesite saber de Vos, estamos llamados a ser mensajeros de la Buena Noticia del Redentor.
Hoy, desde la Cruz, Él nos pide que seamos testimonios de su Amor.
Mariela Cruz