Jesús, estando en la mesa con sus discípulos, se estremeció y manifestó claramente: “Les aseguro que uno de ustedes me entregará”.
Los discípulos se miraban unos a otros, no sabiendo a quién se refería.
Uno de ellos -el discípulo al que Jesús amaba- estaba reclinado muy cerca de Jesús.
Simón Pedro le hizo una seña y le dijo: “Pregúntale a quién se refiere”.
El se reclinó sobre Jesús y le preguntó: “Señor, ¿quién es?”.
Jesús le respondió: “Es aquel al que daré el bocado que voy a mojar en el plato”. Y mojando un bocado, se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote.
En cuanto recibió el bocado, Satanás entró en él. Jesús le dijo entonces: “Realiza pronto lo que tienes que hacer”.
Pero ninguno de los comensales comprendió por qué le decía esto.
Como Judas estaba encargado de la bolsa común, algunos pensaban que Jesús quería decirle: “Compra lo que hace falta para la fiesta”, o bien que le mandaba dar algo a los pobres.
Y en seguida, después de recibir el bocado, Judas salió. Ya era de noche.
Después que Judas salió, Jesús dijo: “Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en él.
Si Dios ha sido glorificado en él, también lo glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto.
Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con ustedes. Ustedes me buscarán, pero yo les digo ahora lo mismo que dije a los judíos: ‘A donde yo voy, ustedes no pueden venir’.
Simón Pedro le dijo: “Señor, ¿adónde vas?”. Jesús le respondió: “A donde yo voy, tú no puedes seguirme ahora, pero más adelante me seguirás”.
Pedro le preguntó: “¿Por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti”.
Jesús le respondió: “¿Darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces”.
Estamos celebrando junto a toda la Iglesia el Martes Santo y qué lindo seria transitar esta Semana Santa como si fuera un gran retiro espiritual en tu vida. ¿Qué te parece poder tener un tiempo más para orar? Un tiempo para tomar los textos que ofrece la liturgia, meternos en el sentido profundo de cada día, hacer ayuno, hacer silencio, participar de las celebraciones, hacer algún apostolado, meternos en el sentido de cada momento. Entonces desde ahí, uno puede descubrir que se puede encontrar especialmente con el Señor. No te quedes mirando tu pecado, mirá para adelante, buscá la voluntad de Dios y descubrí que lo más importante en esta semana es abrazarte al amor de Dios, a la misericordia de un Dios que da la vida por vos.
El evangelio de hoy nos muestra a Jesús sentado a la mesa en la última cena. Todo se va acercando a su desenlace, a su hora. El señor mira a sus discípulos, se estremece y les dice: “uno de ustedes me va a entregar”. Imaginate ese momento y lo que habrá pasado en el corazón del señor, imaginate lo que habrá pasado por el corazón de cada uno de los discípulos que estaban ahí. Yo creo que a vos y a mí, el Señor nos dice esta frase: Uno de ustedes me va a entregar. Es un dolor grande sufrir la negación, la traición, el abandono. Seguramente lo padecido no habrá sido algo sencillo para el Señor y seguramente vos también has pasado por esto, pero Jesús lo pasó antes. Que no te detenga este sufrimiento, miralo al Señor, el Señor tuvo que mirar a los ojos a sus amigos y decirles “Uno de ustedes me va a entregar, me va a traicionar”.
Vamos a detenernos en tres figuras del relato, en tres actitudes, que podemos tener en cuenta para la oración de hoy: Judas, Pedro y Juan.
En primer lugar: El que se va detrás de otras cosas. Lo tenemos a Judas, ¿no? Judas que como veíamos ayer, era un materialista. Solo piensa en él, desde su egoísmo, de donde es estar mejor parado, entrega a la persona que lo ama, típico de la persona que solo piensa en él y que termina lastimando a los demás, a los cercanos. Ese materialismo, ese pensar solo en uno mismo, que lo encontramos en Judas, también lo podemos llevar a nosotros a traicionar a los demás, a traicionarlo a Dios. ¡Que estos elementos no te lleven a hacer lo mismo! Judas abandona a Jesús, y vos y yo no podemos pensar en esto también, muchas veces lo hemos traicionado al Señor y nos hemos ido atrás de cosas pequeñas, atrás de monedas de plata. Y lo dejamos de lado a Dios. Pensá hoy cuáles son esas cosas que te hacen dejar de lado a Dios
En segundo lugar: El que se cree solo y puede con todo. Ese es Pedro “Señor, yo jamás te voy a negar”. A Pedro le va a costar sangre, sudor y lágrimas, descubrir que por sus propias fuerzas no puede hacer nada. ¡Claro! Estaba tan cerrado que no podía creer que podía llegar a fallar, “yo voy a hacer fiel” se dice, y al segundo termina cayendo en las negaciones, la negación hace que todo se vuelva oscuro. Hoy también algo de Pedro tenemos. El señor nos tiene mucha paciencia, entonces reconocé que solo no podes, que necesitas profundamente que el Señor que sostenga. Reconoce tus miserias, reconoce tus limitaciones y ofréceselas al Señor.
Por último, el que sabe detenerse para discernir y escuchar. Dice la palabra que Juan, el discípulo amado, estaba reclinado, muy cerca de Jesús y esa es la actitud de discípulo que estamos llamados a tener hoy. Vos y yo estar muy cerca del corazón de Jesús, buscar sus sentimientos, acompañarlo, vivirlo en lo concreto, vivirlo en lo de cada día, hoy y siempre, reclinarse y meterse en el corazón de Jesús. El fue el que le sacó una verdad al Señor. Recordá que el único que ora recostándose en el Señor, logra descubrir su voluntad. Solo aquel que vive en la humildad, descubre la importancia de prestar atención a los detalles y puede hace un buen discernimiento. Pedidle al Señor la gracia de estar cerca de su corazón en estos días y anímate a vivir en serio una Semana Santa. Acercate al corazón de Jesús.
Que tengas un buen día y que la bendición de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo te acompañe siempre. Amén.
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