Basta abrirme a tu gracia
para intuir tu Presencia
escondida en mi cotidianidad.
Esperándome en ojos que me esperan.
Te me revelarás en mil ternuras,
como lo has hecho antes
y lo hacés siempre,
solo que a veces no te veo.
He de descubrirte una vez más
en el brillo de tantos ojos.
Hay voces que te nombran
aun sin pronunciarte.
Galilea de pan, agua y vino.
Presencia escondida en la mesa compartida.
Galilea y los amigos de siempre
los reencuentros de a veces
hay risas que resuenan dentro
miradas que abrazan
silencios compartidos que son oasis
en medio del ruido
El ir con otros hace al sentido
este deseo de darme
la sed de encontrarte
Tanto perderme, volver y hallarte.
El alma me arde de a ratos,
momentos sin tiempo.
Me conmueve lo humano,
la Vida me invita:
“Veni a Galilea, allí el Señor espera”.