Lunes 12 de Abril del 2021 – Evangelio según San Juan 3,1-8

viernes, 9 de abril de
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Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, que era uno de los notables entre los judíos.

Fue de noche a ver a Jesús y le dijo: “Maestro, sabemos que tú has venido de parte de Dios para enseñar, porque nadie puede realizar los signos que tú haces, si Dios no está con él”.

Jesús le respondió: “Te aseguro que el que no renace de lo alto no puede ver el Reino de Dios. “

Nicodemo le preguntó: “¿Cómo un hombre puede nacer cuando ya es viejo? ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el seno de su madre y volver a nacer?”.

Jesús le respondió: “Te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañes de que te haya dicho: ‘Ustedes tienen que renacer de lo alto’.
El viento sopla donde quiere: tú oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Lo mismo sucede con todo el que ha nacido del Espíritu”.

 

Palabra de Dios

Padre Gustavo Ballario sacerdote de la Diócesis de San Francisco

Solo el evangelista Juan habla de Nicodemo, personaje importante entre los fariseos, quizás miembro del gran Sanedrín que, aprovechando la oscuridad y el silencio de la noche, salió al encuentro de Jesús. Parece que lo estamos viendo: un hombre ya entrado en años, moviéndose en la oscuridad, pegado a los muros de la ciudad de Jerusalén para no ser reconocido por algunos de sus colegas. Va en busca de la luz y ha intuido quién se la puede dar: el joven rabino de Nazaret, el hombre “venido de parte de Dios para enseñar” (Jn 32,2). Entra en escena de noche y en la noche se pierde, de nuevo, sin que el evangelista nos diga en qué terminó su diálogo con Jesús.

El pasaje de hoy es la primera parte de aquel diálogo nocturno.

Ocho veces aparece el verbo “Nacer” en el diálogo que nos presenta el evangelio. El numero ocho es el número que indica la presencia del Resucitado en la comunidad: “El octavo día”. Además, ¿acaso no son ocho las bienaventuranzas de Jesús que nos presenta Mateo?

Así lo explica el Catecismo de la Iglesia Católica 2174:

Jesús resucitó de entre los muertos “el primer día de la semana” (Mt 28, 1; Mc 16, 2; Lc 24, 1; Jn 20, 1). En cuanto es el “primer día”, el día de la Resurrección de Cristo recuerda la primera creación. En cuanto es el “octavo día”, que sigue al sábado (cf Mc 16, 1; Mt 28, 1), significa la nueva creación inaugurada con la resurrección de Cristo. Para los cristianos vino a ser el primero de todos los días, la primera de todas las fiestas, el día del Señor (Hè kyriakè hèmera, dies dominica), el “domingo”:

«Nos reunimos todos el día del sol porque es el primer día [después del sábado judío, pero también el primer día], en que Dios, sacando la materia de las tinieblas, creó al mundo; ese mismo día, Jesucristo nuestro Salvador resucitó de entre los muertos» (San Justino, Apologia, 1,67).

Nuestro texto tiene un carácter netamente bautismal. El bautismo es presentado como un nuevo nacimiento. Por el bautismo se da la gracia por la cual podemos “apropiarnos” subjetivamente de la Pascua de Jesús. La vida nueva que inaugura Jesús resucitado el octavo día, es la vida nueva que lleva adelante el bautizado convertido en discípulo de Jesús.

Cuando una mujer, después de nueve meses de gestación, da al mundo un nuevo ser humano, se dice que “ha dado a luz” un niño. También hay un nacimiento “de lo alto” por el cual somos dados a luz. Pasamos de la noche y de las tinieblas a la luz. Nicodemo va de noche a ver a Jesús. Pero en el encuentro con él, Nicodemo puede ver la luz. Entrar en el Reino de Dios es posible solo cuando abrimos el corazón a la Luz de su Palabra, que tiene como centro la propuesta de las bienaventuranzas (¡que según la versión de Mateo son ocho!) Ese es el momento en el cual realmente nacemos. No es el bautismo ritual lo que nos garantiza la entrada en el Reino de Dios. El bautismo celebrado en los primeros meses de nuestra vida tiene la eficacia de la semilla que se siembra para que luego de convertirse en un árbol, pueda dar buenos frutos. Entrar en el Reino de Dios es dejar entrar el Reino de Dios en la propia vida, dejar entrar los criterios de Jesús en nuestras elecciones cotidianas. El verdadero certificado de bautismo no es el que se obtiene en los libros parroquiales sino el que se obtiene “lavando los pies” a los hermanos.

Jesús invitó a Nicodemo a ver el Reino de Dios. No es una invitación a ver el paraíso. Es una invitación a ver cómo el mundo nuevo que él vino a proponer se puede hacer realidad si abre su corazón a la luz de su Palabra.

Y vos, que ya estás bautizado, ¿dejás que el mensaje de Jesús le aporte a tu vida la luz que necesita?. ¡Hasta la próxima!