Madre me acerco a vos, y al cerrar los ojos me abrazas, me llevas a un lugar donde necesito estar donde hay un sonido singular.
Allí se siente un calor especial. No hay palabras para expresar cuando mi cabeza en tu pecho está, y tus brazos me envuelven con amor maternal.
María, qué gozo siento cuando junto a tu corazón me encuentro. Ese corazón que desborda de amor que nos regalas a tus hijos sin importar raza o color.