Un gracias a los rostros de mi vida.
Me descubro rodeada de rostros que hacen de la vida una fiesta del encuentro sincero y el compartir fecundo. Hay gente que me llena de Vida. Ustedes son de esa gente. Gracias.
La alegría de verlos llegar. Un gracias por querer estar a pesar del cansancio y las urgencias que siempre acechan y buscan entorpecer lo importante: el encuentro.
El compartir sereno, la risa cómplice de quienes se conocen hace ya tiempo y saben gustar de su humor.
La alegría compartida porque gracias a Dios, aunque muchas cosas andan mal en este mundo loco, todavía hay quien sabe alegrarse con otros y lo hace sentir.
Hay días que por alguna razón son particularmente importantes. El descubrir en días así tantos compañeros de camino, tanto amor sincero, tanta alegría compartida, tanta Presencia es algo así como gustar el cielo que, al fin y al cabo, no es otra cosa que el tiempo lleno del Amor.
Gracias, Dios nuestro, por el don de la amistad.