Jesús dijo a sus discípulos: “Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto”. Felipe le dijo: “Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta”. Jesús le respondió: “Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Como dices: ‘Muéstranos al Padre’? ¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace las obras. Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras. Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre.” Y yo haré todo lo que ustedes pidan en mi Nombre, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si ustedes me piden algo en mi Nombre, yo lo haré.”
En el Evangelio de hoy escuchamos esta expresión sobre Jesús como el “hijo del carpintero” revelandonos el oficio de San José y que de seguro ese oficio le transmitió a Jesús. Jesús pertenecía a una familia humilde y trabajadora, por eso le parecía extraño a las personas que cuando salió a predicar tenía mucha sabiduría. El ejemplo de Jesús nos enseña que se pueden combinar esas dos actividades, trabajo y estudio, para el crecimiento integral de la persona.
Jesús no tiene vergüenza de mostrarse que viene de una familia humilde y trabajadora. La unidad de esta familia es un ejemplo para seguir adelante. Jesús, junto con María y José, nos demuestran que el trabajo dignifica a las personas. Se nos presentan como modelos de trabajadores que ganan el pan cotidiano con el sudor de su frente.
Hoy en este día donde celebramos el día del trabajador, dónde reflexionamos y agradecemos el don del trabajo, le pidamos a Jesús, a San José, que nunca nos falte el trabajo para llevar la dignidad a las Familias. Agradecemos a Dios el Don del trabajo y le pedimos por todos aquellos a quienes les falta para que los encuentren.
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