Pedro le dijo a Jesús: “Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido”.Jesús respondió: “Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos por mí y por la Buena Noticia,desde ahora, en este mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y, campos, en medio de las persecuciones; y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna. Muchos de los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros”.
Hoy vemos en el Evangelio que aparece Simón Pedro y le dice algo hermoso al Señor: “Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido”. Por eso Jesús renueva entonces su promesa, les dice: Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos por mí y por la Buena Noticia , en este mundo recibirá el ciento por uno y la vida eterna después. ¡Qué hermoso esto! Esas son las palabras y las promesas que hace Jesús, las garantías. Son de verdad palabras que nos llenan de esperanza y alegría. Claro, si lo llevamos a lo concreto, traducido, podemos decir que cuando vos dejás algo por Dios, Él te da cien veces más. Y no es una promesa solamente para los que estamos llamados a la vida sacerdotal, consagrada o religiosa, que ciertamente tenemos que dejar algunas cosas y hacer algunos sacrificios, dejar algunas seguridades por el anuncio del evangelio, sino para cada uno de nosotros. De alguna manera tenemos que ir despojándonos de lo que no ayuda a que Dios trabaje en tu corazón. Por eso el desprendimiento no es solo de lo que parece bueno, sino de todo aquello que estropea el plan de Dios en nuestras vidas (el rencor, la intolerancia, las inseguridades los miedos), porque la promesa es promesa de Plenitud. Acordate esta palabra, subrayala y tenela durante el día en tu corazón y en tu cabeza, meditala: la plenitud. A lo mejor vos estás sintiendo esto, viendo que falta algo en tu vida, que lo que hacés no te termina de llenar y no sabés qué hacer. Bueno, anímate a preguntarle al Señor por dónde soñó que tiene que ir tu vida. ¿Por dónde se empieza? Por el servicio. Muchos de los últimos, dice Jesús, serán los primeros. Ocupate de las cosas de Dios y Él se va a ocupar de tus cosas. Buscá, acercate a tu comunidad, formate, preguntá en qué podés ayudar, sé desprendido con tu tiempo. Porque, si vos le das a Dios uno, Él te va a dar cien. Preguntate si esta frase que repetimos tanto, este “no tengo tiempo”, en realidad no es una excusa para no salir de tu comodidad.
Acordate, quien deja todo por Dios, descubre que recibe una gran recompensa. Y claro, es verdad que al principio cuesta verlo, cuesta entenderlo. Es verdad que cuesta el seguimiento y la entrega. Pero toda entrega implica sacrificio y renuncia. Sin embargo, de a poco te vas a ir dando cuenta de que Dios no te deja solo, no te suelta de la mano y que esa entrega da fruto. Abandonate en Dios, confiá en Él, animate a preguntarle lo que Él quiere para tu vida y tené paciencia desde Dios. Del entusiasmo al compromiso, de lo pequeño a lo grande, pero siempre con Jesús en medio.
Que tengas un buen día y que la bendición de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, te acompañe siempre. Amén.
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