Jesús propuso a la gente otra parábola: “El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras todos dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue. Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña. Los peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron: ‘Señor, ¿no habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en él?’. El les respondió: ‘Esto lo ha hecho algún enemigo’. Los peones replicaron: ‘¿Quieres que vayamos a arrancarla?’. ‘No, les dijo el dueño, porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y luego recojan el trigo en mi granero'”.
¿Qué nos puede enseñar la Parábola del Reino que escuchamos hoy? Que el bien y el mal conviven juntos ahora, pero que en su momento todo lo malo será arrancado. Es por eso que a pesar de que algo nos pueda hacer daño, Dios al final hará que todo termine para bien. Oh también que si cada uno de nosotros cometemos algo malo sepamos que Dios tiene paciencia y quiere darnos tiempo para la reflexión y la conversión.
Dios sabe de sobra, que en nosotros existe el mal, pero tiene paciencia y no quiere intervenir cada vez que nos equivocamos, sino que nos deja un tiempo, dándonos oportunidad para que reflexionemos y cambiemos, y para que comprendamos bien, como nos narró en la parábola de la higuera, recalcando la actitud de Su dueño: antes de darla definitivamente por estéril, le concedió tiempo para ver si daba fruto. Pidamos la gracia en este día de tener paciencia, de saber que Dios meneja todo a su voluntad, que en su momento el mal será arrancado y el bien triunfará. Que el Reino de los Cielos ya sea una realidad plena en nosotros.
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