¿Qué es la Oración?

viernes, 12 de octubre de
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  • Abrir el momento de oración: Padre Nuestro, Ave María, Gloria.
  • Leer el Evangelio:

 

 

Del Evangelio según San Lucas:

 

“En estos días, Jesús se retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de Apóstoles: Simón, a quien puso el sobrenombre de Pedro, Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Simón, llamado el Zelote, Judas, el hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor.”

 

Palabra del Señor / Gloria a ti, Señor Jesús.

 

 

Vemos en el texto cómo Jesús elige a quienes lo acompañarán en la misión, en el tiempo de vida pública.  ¿Notan algo particular en la elección?  (Se retiró a orar). Jesús, se retiró a una montaña a orar para luego elegir a sus apóstoles.

 

Cuando hoy se nos recomienda tanto y tanto la oración, ¿en qué pensamos y cómo nos imaginamos que debemos orar? Eso de rezar, ¿es una ciencia, reservada para unos pocos? Por el contrario, ¿es una cosa fácil, que puede hacer cualquiera? ¿Y cuál es la mejor manera de rezar?… (abrir diálogo). 

Si Jesús insiste tanto en el Evangelio sobre la oración, tenemos que decir que es una cosa demasiado importante. Y si es tan necesaria a todos, Dios la ha hecho fácil y al alcance de cualquiera.

Nosotros nos perdemos en nuestra relación con Dios porque complicamos las cosas.  Y la oración, como nos dijo de una manera inolvidable Santa Teresa: “La oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de agradecimiento y de amor.”

¡Amistad! Tratar a Dios como un amigo, ya que Dios se ha hecho en Jesús esto: un amigo nuestro al hacerse como uno de nosotros.

 

En el Evangelio hay muchísimas expresiones de oración con respecto a la persona de Jesús.

 

– ¡Señor, que vea!, le decía el ciego.

– ¡Dame de esa tu agua, para no tener más sed!, le pedía la Samaritana.

– ¡Señor, enséñanos a orar!, le decían los discípulos.

– ¡Sálvanos, Señor!, que nos hundimos!, le gritaron los apóstoles en la barca que se hundía.

– ¡Señor, ten compasión de mí, que soy un pecador!, murmuraba el publicano.

– ¡Señor, si quieres puedes limpiarme!, le suplicaba humilde el leproso.

– ¡Auméntanos la fe!, le pidieron los discípulos.

– ¡Acuérdate de mí cuando estés en tu reino!, le suplicó el ladrón.

– ¡Señor, tú sabes que yo te quiero!, le protestaba Pedro.

 

Vemos entonces que la oración es algo muy sencillo, y tiene mucho sentido. Jesús es nuestro amigo, y él quiere estar con nosotros, nos quiere escuchar, nos quiere abrazar. Como hemos visto, oración no es algo complicado, sino simplemente estar y querer la relación con Dios.

 

¿Qué es Orar?

 

 Orar es Estar

 

-Es estar con Jesús. El verdadero amigo siempre está con su amigo. Cuando queremos a alguien, muchas veces nos basta solo con estar a su lado… La oración puede ser para nosotros un lugar donde “estar”, donde estar a gusto, donde ser nosotros mismos, donde somos amados y perdonados… Para estar con Jesús podemos orar con el Evangelio, leyendo un pasaje, meditándolo, metiéndonos dentro de Él, sentándonos a sus pies como María, la hermana de Lázaro, escuchándole…Eso es estar, y eso es lo que Jesús quiere de nosotros… que estemos con él un ratito…

 

Orar es Escuchar

 

-Escuchar aquello que Jesús nos quiere decir. Cuando quedamos con un amigo para tomar un café, nuestra conversación no suele ser un monólogo, en el que solo hable yo… si no que también escucho, a ver lo que él me tiene que decir, con Jesús es igual… A veces, vivimos tan metidos en nuestro mundo que no nos damos cuenta de que el silencio ya no existe en nuestras vidas. Y, sin embargo, el silencio es necesario, porque solo ahí podemos escuchar lo que Dios nos habla. Nos habla a través de su palabra, de su obra. Tenemos el ejemplo de María: ella silencia su corazón, calla, deja que Dios le hable, dialoga con Él, escucha, guarda la Palabra en su corazón… “María conservaba y meditaba todas las cosas en el corazón”… Podemos pedirle a María que nos enseñe a escuchar a Dios, y a guardar esas palabras en el corazón.

 

Orar es Pedir, Alabar, Agradecer, Interceder

 

– Es el mismo Jesús el que nos dice que debemos pedir al Padre… y debemos pedírselo en su nombre, insistentemente y sin desanimarnos, y humildemente… pedir desde la sinceridad, y desde la humildad…

 

-Orar es alabar, alabar a Dios por lo que hace por nosotros, por su bondad…

 

-Agradecer; tenemos muchos motivos para dar gracias a Dios… pidámosle, pero también tenemos que acordarnos de darle gracias… ¿cuántos motivos hay para darle gracias a Dios? Miles.

-Y orar es Interceder. Seguro que, si lo piensas, conoces a mucha gente que necesitan de una palabra, de un apoyo, de una sonrisa… Cuéntaselo a Dios cuando ores. Pídele que los ayude.

 

 

 Orar es Confiar

 

 

¡Qué necesidad tenemos de confiar en alguien! ¿Hemos ido a Jesús con el corazón abierto de par en par, y dispuestos a contarle nuestras cosas con total confianza?. Orar es abrirle nuestro corazón a Dios y confiarle nuestra vida, nuestros problemas, etc.

 

 

Orar es Celebrar

 

Dios es un Dios de vivos, no de muertos. Es un Dios alegre, que nos sonríe y nos ama. Vamos a celebrar un Encuentro, el encuentro con Jesús. Él también celebraba los encuentros con sus amigos. Vamos a hacer que sea una fiesta y vamos a encontrarnos con Jesús.

 

 

Orar es Caminar

 

Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida. Vivir es caminar… “caminante, no hay camino, se hace camino al andar”… Hay que hacer el Camino, entender la oración como un caminar constante, sabiendo a donde vamos, con un compromiso de constancia… sin prisas, a nuestro ritmo, marcando cada uno su paso… pero sin detenernos, dejando huellas… ¿Vamos haciendo nosotros nuestro camino en la oración? ¿Vamos siguiendo paso tras paso, o nos hemos quedado al margen del camino? ¿Tenemos que allanar algún camino, tenemos que superar alguna dificultad para seguir andando?

 

Y, sobre todo, por encima de todo…

 

 

ORAR ES AMAR

 

Amar es consecuencia de orar. Si no amamos  a nuestros  hermanos, ¿Cómo vamos a amar a Dios? Dios nos ama, nos cuida, nos cura, nos acoge… Amemos nosotros también… Demostrémosle a Dios cuánto lo amamos, igual que lo hacemos con un amigo… escuchándole… hablándole… dedicándole tiempo… Amémosle y dejémonos amar por Él. 

 

 

Existen algunas complicaciones frente a la oración. Todos pasamos por ello.

 

–          El tiempo: Muchas veces nos cuesta hacernos el tiempo para rezar un ratito, para el encuentro personal con aquel que nos ha creado. Basta de a poco hacernos el hábito de  encontrarnos. Recomendación: Ponerme pequeñas metas para rezar. Ejemplo: Apenas me levanto y al ir a descansar, elevar una oración a Dios por todo lo vivido en el día, las personas que me he encontrado, etc. Después con el tiempo, vamos agregando momentos de oración.

 

–          El ruido: Si queremos hablar con un amigo, ¿quedamos en encontrarnos en un  boliche para charlar? Claramente no. Elegimos irnos a un café, a un parque o algún lugar tranquilo para que podamos charlar con serenidad. Con Dios pasa  lo mismo. Necesitamos del silencio, de un espacio para poder hablarle, y escucharlo.

 

–          Distracciones: A veces nos pasa que nos distraemos en la oración, o que le dedicamos tiempo rápido. Entonces me digo: “Para rezar así, mejor no rezo”. Error. Ahí tenemos que estar, ser fieles.

 

 

Algunos métodos para rezar:

 

–          Encuentro con Dios en su Palabra

–          Adoración Eucarística

–          Eucaristía

–         Ayudas a la oración: Rosario, novenas a los Santos, etc.

 

Federico Amad