Al llegar a su pueblo, se puso a enseñar a la gente en la sinagoga, de tal manera que todos estaban maravillados. “¿De dónde le viene, decían, esta sabiduría y ese poder de hacer milagros? ¿No es este el hijo del carpintero? ¿Su madre no es la que llaman María? ¿Y no son hermanos suyos Santiago, José, Simón y Judas? ¿Y acaso no viven entre nosotros todas sus hermanas? ¿De dónde le vendrá todo esto?”. Y Jesús era para ellos un motivo de tropiezo. Entonces les dijo: “Un profeta es despreciado solamente en su pueblo y en su familia”. Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la falta de fe de esa gente.
En algunos pasajes del Evangelio los discípulos se dan cuenta de que tienen Fe pero necesitan más Fe y la piden. hoy son los parientes de Jesús sus mismos paisanos los que no tienen Fe y ante esa falta de confiar y de creer en Jesús el Señor no puede obrar milagros.
La Fe en Jesús es necesariamente la Fe en el Dios encarnado, en el Dios que está entre nosotros, en este Dios que camina nuestros caminos, en este Dios que se hace presente en todo lo humano, aún en lo difícil de nuestras situaciones cotidianas.
Creer en el Señor es comprometerse con todo lo humano, con todos los procesos que vivimos las personas, aún los procesos más difíciles y complejos, auméntanos señor la Fe.