Sábado 11 de Septiembre de 2021 – Evangelio según San Lucas 6,43-49

lunes, 6 de septiembre de
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Jesús decía a sus discipulos: «No hay árbol bueno que dé frutos malos, ni árbol malo que dé frutos buenos: cada árbol se reconoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos ni se cosechan uvas de las zarzas. El hombre bueno saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su corazón. El malo saca el mal de su maldad, porque de la abundancia del corazón habla la boca. ¿Por qué ustedes me llaman: ‘Señor, Señor’, y no hacen lo que les digo? Yo les diré a quién se parece todo aquel que viene a mí, escucha mis palabras y las practica. Se parece a un hombre que, queriendo construir una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre la roca. Cuando vino la creciente, las aguas se precipitaron con fuerza contra esa casa, pero no pudieron derribarla, porque estaba bien construida. En cambio, el que escucha la Palabra y no la pone en práctica, se parece a un hombre que construyó su casa sobre tierra, sin cimientos. Cuando las aguas se precipitaron contra ella, en seguida se derrumbó, y el desastre que sobrevino a esa casa fue grande.»

 

 

Palabra de Dios

Padre David Pintos sacerdote de la Diócesis de Orán

 

 

Hoy en el Evangelio escuchamos la última parte del discurso de Jesús en el capítulo 6 de San Lucas, conocido como el discurso de la Bienaventuranzas.

Siempre es bueno realizar un examen de fe y ver cómo está nuestro compromiso con el Señor. Por ejemplo, ver si el Evangelio en mÍ va creciendo y se va asimilando más y más en mi ser. Es muy claro el ejemplo que nos pone Jesús hoy, quien lo escucha y pone en práctica su palabra es como el hombre que edifica su casa sobre roca, nada ni nadie lo podrá derrumbar. En cambio, el que escucha la Palabra, pero no la pone en práctica es como un hombre que construye su casa sin cimientos.

Justo estamos en un mes donde trabajamos a fondo en la Palabra de Dios, es el mes de la biblia y ya pasaron varios días. Es por eso que con mucha más razón deberíamos preguntarnos y realizar un examen sobre nuestro trato con la Palabra de Dios. ¿Cómo es mi trato con la Biblia? ¿Soy de leerla seguido? ¿Qué lugar ocupa en mi vida? Según el trato es el fruto que deberíamos dar. El Evangelio de hoy también nos recuerda esto, que “cada árbol se reconoce por sus frutos”. ¿Qué fruto estamos dando? ¿Estamos dando fruto? No podríamos dar frutos buenos sino no nos nutrimos de la Palabra de Dios. No desaprovechemos el gran regalo que Dios nos dejó que es su Palabra, Palabra que nos da vida verdadera y plena. Le pidamos a Dios en este día la gracia de amarlo en su Palabra, y amándolo en su Palabra poder dar frutos abundantes en buenas obras.