Al ver Jesús que la multitud se apretujaba, comenzó a decir: “Esta es una generación malvada. Pide un signo y no le será dado otro que el de Jonás. Así como Jonás fue un signo para los ninivitas, también el Hijo del hombre lo será para esta generación. El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí hay alguien que es más que Salomón. El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás y aquí hay alguien que es más que Jonás.
Es muy conocida la parábola del gran teólogo danés Sôren Kierkegaard:
“En un pequeño pueblo de Dinamarca se ha montado un circo que inesperadamente es pasto de las llamas. Un fuego que amenazaba extenderse a la aldea cercana. El fuego se propagaba rápidamente y el payaso -ya vestido como tal para su inminente actuación- corrió de aquella guisa a avisar a los aldeanos y solicitarles su ayuda. La gente del pueblo, que esperaba con ansia la actuación circense, no dejaba de reirse ante aquella actuación tan perfecta de terror que seguramente era utilizada como reclamo publicitario para atraer espectadores. Mientras más explicaba el payaso aterrorizado lo que estaba ocurriendo más carcajadas provocaba en aquella gente sencilla. Vestido de payaso como iba, no podía tratarse de otra cosa que de un creativo ardid para llenar las gradas del viejo y elemental circo. El anuncio fue inútil, la comunicación no surtió efecto. El payaso lloraba mientras todos reían. El circo ardió y la aldea quedó destruida. Las lágrimas de un payaso fueron contraproducentes”.
La moraleja puede ser sencilla de entender: fracasó la comunicación del payaso, no consiguió “conectar” con la gente, transmitió lo contrario de lo que pretendía. Y aquí hay que recordar que “el medio es el mensaje”. El contenido de la importante comunicación del arlequín fue devorada por la forma de comunicación: un payaso sólo puede hacer y decir “payasadas”.
Podemos pensar en la incapacidad que muchas veces tenemos como iglesia para comunicar el Mensaje del Evangelio. La “(nueva) evangelización” sigue siendo “la cuestión”. Pero no atinamos en la comunicación. Hay lenguajes que ya no dicen nada, hay acciones pastorales fuera de contexto y de momento, “recetas de la abuela” que ya no pueden reactivarse aunque algunas puedan seguir siendo sugerentes. A veces pareciera que en nuestra propuesta cristiana solamente “chispeamos” pero no mojamos. Plantear una “Iglesia en salida”, como pide y desea Francisco, es no sólo urgente, sino imperioso, prioritario, y, por supuesto, profundamente fiel al Evangelio.
El evangelio de hoy pone en escena al profeta Jonás. Para los ninivitas, la predicación de Jonás hizo posible la conversión. De acuerdo a la mentalidad de aquélla época y el modo de entender a Dios, la amenaza de un castigo inminente obtuvo un resultado inmediato. Finalmente Dios trata con misericordia a esa ciudad y no la destruye. Jesús se inspira en este relato para decir a sus oyentes de qué manera él ahora es un signo para los de su generación. Lo es haciendo presente la misericordia de Dios.
Dice Jesús: “Así como Jonás fue un signo para los ninivitas, también el Hijo del hombre lo será para esta generación”. Cuando en el evangelio aparece la expresión “Hijo del hombre” quiere decir “el hombre”, el modelo humano más pleno. Es el florecimiento máximo de lo humano que llega a coincidir con la condición divina. Es el hombre en cuanto expresa toda su capacidad de amar y de comunicar vida. Este es el verdadero signo para la humanidad hoy. Signo que nos permite concluir que el cristianismo es un humanismo. No dice mucho a los hombres de nuestro tiempo la presentación de la omnipotencia de Dios. Un dios lejano, desentendido de lo genuinamente humano tiene más de paganismo que de cristianismo.
La iglesia evangeliza solo cuando hace presente la misericordia de Dios. No se evangeliza desde las reiteradas denuncias de pecados. La evangelización será fecunda cuando tomemos en serio aquella frase atribuida a San Francisco de Sales: “Se cazan más moscas con una gota de miel que con un barril de vinagre”.
Y vos que sos un discípulo misionero, te animás a vivir esta propuesta? Hasta la próxima!