‘¿Sabés, Señor? No te entiendo.
Me enloquezco si quiero intentar hacerlo.
Digo una cosa, y Vos me decís todo lo contrario.
Me empecino en elegir un camino y Vos me insistís para que tome otro.
Te quiero explicar una y otra vez que no puedo, que no me animo, que soy indigna.
Pero enseguida hacés todo lo posible para calmarme y demostrarme que Tu Gracia siempre estará para guiarme.
Busco respirar el aroma de Tu paz y tomarte de la mano con fuerzas para nunca más soltarme.
Me cuesta aceptar, fácil no es y muchas veces me pierdo. Por eso te pido que me ayudes a ser paciente y a lanzarme confiada a la aventura que me tenés preparada.
¿Te cuento algo? Sigo sin entenderte mas no importa porque sé que no es necesario…
Me conocés y estás al tanto de mis debilidades, de mis inquietudes pero también de todo lo bueno que puedo llegar a dar si Tú me dejas y me sigues moldeando con Tu Amor.
Ya no busco comprenderte, mi Dios, solo busco confiar cada día más en Vos y ser feliz siguiendo Tu voluntad que llena de esperanza el alma.’
Cecilia Fernández – 27/01/2017