Gracias, Señor, por la vida compartida. Por cada uno de mis hermanos, y por cada palabra que ha sido luz en mi caminar a tu lado.
Te pido me ayudes a recordar cada día, en cada momento, que soy tu hija amada, y que ya lo entendí. Que me buscate justo en este momento, así, como venía. Que tu camino es perfecto y que el pecado es bendito por acercarme a vos. Recordame que moriste ¡por mí! Y que resucitaste porque NADA ES IMPOSIBLE PARA VOS. Que seguís vivo, en la Tierra, en mí, entre la gente.
Recordame también que sos vos quien me conoce. Que vos estabas dentro mío cuando yo estaba fuera de mí. Y que me vas a ayudar a volver, y juntos vamos a poder cumplir lo grande de tu Promesa en mi vida, que es el anhelo de mi corazón.
Que nunca me olvide que no camino sola. Que no soy la única con heridas. Que no hay santidad sin hermanos. Que nada escapa a tu Amor. Que nadie te gana en Misericordia. Y que no guardas memoria de mi pecado. Que vos podes transformar y hacer todo nuevo. Que no hay herida que escape a tu Salvación.
Ayudame a orar por mi camino, por mis elecciones. Que pueda discernir e identificar todo lo que viene de vos. Que pueda volver a tus brazos en los momentos en que mi camino me intente alejar. Que entienda, en mi limitación, que tu Amor no tiene medida, que vos sólo podes amarme y que tengo que dejar que lo hagas.
Nunca quiero olvidar que NO EXISTE PARA MI VIDA NADA NI NADIE MEJOR QUE TU AMOR. Que me buscaste desde lo más profundo de mi miseria. Que descendiste al infierno para vivir todos mis males, que no hay ningún dolor que no conozcas y que contra todos ellos vos vencés.
Gracias, Señor, por dedicarte a soñarme, amarme, crearme, rescatarme y salvarme.
De vos venimos. El mejor camino es el que nos conduce de vuelta a vos.